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¿Qué significa ser una mujer fuerte? Conoce a las mujeres de pacto

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¿Qué significa ser una mujer fuerte? Conoce a las mujeres de pacto
  • Las mujeres de pacto fueron conocidas como mujeres que sirvieron, obedecieron la Palabra, sufrieron por Cristo y amaron al Señor. 
  • Las mujeres de pacto fueron martirizadas, lastimadas y  abandonadas por desistirse a negar a Cristo y no adorar al rey ni confesarle lealtad.
  • Las mujeres de pacto tenían puesta su esperanza en los cielos, no negaron su amor por Jesús y aprendieron a vivir por fe.
  • Las mujeres de pacto nos enseñan que una verdadera devoción a Jesús no solo es sinónimo de una vida piadosa, sino también de una vida firme en la Palabra.

 

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¿Qué significa ser una mujer fuerte? Conoce a las mujeres de pacto

La cultura ha redefinido lo que es la fortaleza de una mujer; enseña que es sinónimo de vivir para ella, por ella y en ella. Lo que se traslada en este dicho famoso: “Después de mí, sigo yo; después de yo, termino conmigo”. Esto contrasta duramente contra lo que Pablo dice en Colosenses 1:16: “Todo ha sido creado por medio de Él y para Él”, es decir, de Jesús, quien con su vida, muerte y resurrección nos mostró lo que significa ser hijo de Dios. Jesús nos lo enseñó al servir a aquellos que no podían ver su necesidad y pecado, al sufrir en la cruz por los pecados que no podían pagar, y al adorar al Padre con su vida obediente, y todo esto por amor. Así que, servir, sufrir, obedecer y amar a otros es el resultado de los cristianos, y también de las mujeres de fe sobre quienes hoy leeremos.

¿Quiénes fueron las mujeres de pacto?

Fueron mujeres nobles, devotas y valientes, que caminaron con confianza junto al Señor en medio de graves conflictos. En los años 1600 's estas mujeres fueron el resultado de la predicación de la pre Reforma que ya se estaba suscitando, y de los hombres llamados puritanos que eran predicadores con un gran afecto hacia Jesús y con una abierta negación a seguir a los reyes.

Se les llamó mujeres de pacto porque se relacionaban con estos hombres, quienes eran ministros de la cristiandad y fueron expulsados de la ciudad para que murieran por lo que enseñaban. 

Algunas mujeres fueron martirizadas, otras recibieron balas de la severa represión de los policías en los solitarios montes. Conocían la horca del verdugo del cadalso de la ciudad y sabían lo que era que les marcaran la mejilla con una “C” de “covenanter”, que significa pactante o puritana.

Las torturaron, maltrataron y desterraron de su hogar y de su pueblo para vivir en cuevas, en el mejor de los casos, o en chozas, en el peor de los casos. Algunas contrajeron graves enfermedades debido al desabrigo y privación. Conocieron lo que significa la crueldad extrema y cuál es el costo de permanecer firme por Jesucristo. 

¿Cuál es su historia?

A pesar de que sabían lo que les esperaba, no dejaron de hacer lo que les correspondía. Servirse unos a otros, sufrir por causa de Cristo, obedecer a Dios con enseñarse la Palabra, aprenderla y memorizarla por si les robaban sus biblias, y todo por el gran amor que estaba derramado en sus corazones por Dios y para otros. Lo cierto es que solo se tenían entre ellas en medio de un mundo que las perseguía por creer en el Siervo sufriente: Jesús.

Cuatro mujeres de pacto destacan: Marion Cameron, quien fue descubierta junto a otras mujeres cantando salmos y hablando de las Escrituras. Las mataron en el lugar donde las encontraron por negarse a quemar sus biblias.

La siguiente es Isabelle Allison, quien dio un valiente testimonio poco antes de su ejecución que decía: “Entrego mi vida por pertenecer y estar adherida a Jesucristo, un rey libre en su propia casa, por lo que bendigo al Señor que me llamó a esto”.

Las dos siguientes fueron Margaret Lauchlison y Margaret Wilson. Lauchlison fue la anciana y mentora de Wilson. Uno de los actos más terribles de persecución fue su ejecución en el río Solway. A Lauchlison la ataron a una estaca apartada de la playa, y a la joven de solo dieciocho años la ataron en otra estaca cerca de la costa. A medida que subía la marea y las aguas comenzaban a rodear a la anciana y se acercaban a ella, los soldados le preguntaron a la joven lo que pensaba ahora de su compañera que la discipulaba, y ella respondió: “¡Lo que veo es a Cristo!”

Le ofrecieron salvar su vida si solo exclamaba que el rey era mejor que Dios. Como no respondía como ellos deseaban, la volvían a atar a la estaca animándola a retractarse, pero ella dijo: “No me retractaré porque amo al Señor”, y empezó a recitar todo Romanos 8, el cual había memorizado. Este fue un ejemplo de una anciana enseñando a una joven, lo que significa obediencia completa al Salvador.

¿Qué podemos imitar de ellas?

Cuando lees estas historias puedes pensar que parece una historia de ciencia ficción, es decir, que no es real o que es inventada, pero no lo es. Estas mujeres existieron en esa época y en muchas más; incluso ahora mismo existen en otros países donde el cristianismo es abiertamente anulado como una forma de vivir. 

La crueldad con la que fueron tratadas puede ser lo que llame tu atención. Puedes argumentar que esto era en ese tiempo, pero nuevamente, esto aún pasa en los países del oriente y en algunos lugares de América del Sur y México. Lo que pasa es que no son las noticias que venden. 

El feminismo ha venido a empañar totalmente lo que realmente es ser una mujer con fortaleza, identidad y misión firme para vivir. No es ser una mujer independiente, no es la que se sirve a sí misma, no es la que cree que rebelarse contra todo es la verdadera libertad. No. Es aquella que reconoce que tiene un Creador al cual se debe, que tiene un Salvador que necesita, y que tiene una ley a seguir para realmente servir por amor, no por vanagloria propia que se desvanece.

Ellas se negaron a seguir la cultura de este mundo, y eso solo las impulsó a conocer más al Salvador. Aunque el contexto sí es importante, lo que ellas enseñaron sigue estando vigente hoy: leer la Palabra, memorizarla, discipularse unas a las otras, servir a sus hermanos y comunidad, sufrir por ser cristianas aun si no es en el formato de persecución explícita, pero sí en valores y formas de conducirse en el lugar de trabajo, universidad o con familia no creyente, así como amar a otros en mostrarles un mejor camino: seguir a Cristo. 

La devoción que ellas comunicaron en el testimonio que hoy leemos y que se seguirá leyendo es una muestra de cuánto vale Cristo, cuán importante es Él y cuánto somos semejantes a los primeros cristianos que dieron su vida por Él y por causa del evangelio: salvación eterna y adoración únicamente a Dios. ¡Claro que estas verdades y principios siguen vigentes hoy! Y estamos llamadas a seguirlos y obedecerlos para adorar a nuestro Creador, Salvador y Rey por siempre.

 

Aprende

¿Quiénes fueron las mujeres del pacto?

Vive

Lee Hechos 5:17-40. Nota la respuesta de estos hombres hacia el gobierno y la persecución. ¿Qué puedes notar? ¿Qué puedes aprender? ¿Cómo reaccionarías si lo que ellos vivieron te sucediera hoy? Ora por los misioneros y hermanos cristianos alrededor del mundo que están sufriendo por ser cristianos.

Lidera

Toma un día a la semana para orar intencionalmente por todos aquellos que están siendo martirizados por creer en Jesús y no negarlo.

 

Recursos

https://atravesdelasescrituras.com/2016/11/18/pruebas-y-afliccion/

https://protestantedigital.com/print/13302/Perseguidos_por_causa_de_Cristo

 

 

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