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¿Por qué a Jesús no le importan mis emociones?

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¿Por qué a Jesús no le importan mis emociones?
  • Jesús duerme en la barca después de un día cansado por la predicación a las multitudes y a sus discípulos.
  • Una tempestad azota la barca en la que los discípulos se encuentran junto a Jesús. Ellos temen por las grandes olas y el fuerte viento.
  • Los discípulos tienen temor de lo que pueda ocurrirles. El temor los domina al punto de despertar a Jesús para que haga algo.
  • Jesús, siendo Dios, calma la tormenta con su voz. Las olas y el viento cesan inmediatamente al reconocer la voz de su creador.
  • Jesús reprende a los discípulos al preguntarles ¿por qué están atemorizados?, ¿no tienen fe? ¡Qué insensible es Jesús por no comprender los sentimientos de los discípulos!
  • Luego de estas preguntas, los discípulos quedaron más asombrados de Jesús por lo que hizo y por lo que dijo. Este era el propósito de la prueba: ver y confiar en Jesús.
  • Las pasiones que combaten dentro de nosotras son los sentimientos a los que nos aferramos para tener un sentido de control. Entrégalos a Jesús y confía en Él.

 

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¿Por qué a Jesús no le importan mis emociones?

Estamos viviendo un tiempo en el cual los sentimientos son más importantes que el pensamiento crítico, es decir, el discernimiento. Toda persona que contradice, cuestiona o trata de ayudar con la verdad de la Biblia, automáticamente se convierte en un enemigo digno de toda reprimenda por ser un insensible que no le importan los sentimientos. La reacción podría parecer adecuada, sin embargo, podríamos preguntarnos si el hecho de únicamente interesarnos por los sentimientos cumple el propósito de parecernos más a Cristo cuando atravesamos una situación difícil. 

Contexto del texto

Después de predicar a las multitudes, Jesús se refiere a los discípulos explicándoles las parábolas. «Con muchas parábolas como estas Jesús les hablaba la palabra, según podían oírla; y sin parábolas no les hablaba, pero lo explicaba todo en privado a sus propios discípulos» (Mr 4:33-34). Jesús, como un buen maestro, enseñó a sus discípulos en todo momento y hacía de provecho toda circunstancia para hacerlo.

Una tormenta se avecina sin avisar, al menos para los discípulos. Mientras Jesús duerme después de un día de predicar, la tempestad los azota de tal manera que los discípulos tienen mucho miedo. No entienden por qué Jesús no se levanta y hace algo. Su temor los invade al punto de despertar a Jesús para decirle: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» (Mr 4:38). Su temor a morir creció al ver las olas golpeando la barca y llenándola de agua, al escuchar el ruido del viento que parecía que los llevaba a la muerte segura. ¿Qué sale de sus bocas y corazón? La indignación de que Jesús no hace algo por ellos en medio de esa circunstancia, de que Jesús no está interesado en su temor. 

Juicio de los hombres

Jesús responde ordenándole al mar: «¡Cálmate, sosiégate!» (Mr 4:38). Porque Jesús es Dios, el viento y las olas cesaron. La tempestad se calmó inmediatamente reemplazando la turbulencia por calma. Jesús se voltea y les dice: «¿Por qué están atemorizados? ¿Cómo no tienen fe?» (Mr 4:40). Es decir, además del temor humano que los discípulos experimentaron por la tormenta golpeando su barca, recibieron una reprimenda de Jesús.

¡¿Acaso Jesús no fue sensible a cómo se sintieron los discípulos?! ¡¿Acaso Jesús no los considera cuando apenas están entendiendo quién es Él?! ¡¿No es Jesús un insensible frente a la falta de crecimiento espiritual de sus discípulos?! ¡¿Jesús se enojó porque lo despertaron de su siesta? ¡Cancelado por ser tan insensible con sus discípulos! Él los eligió, ¡¿acaso no sabía que eran inmaduros aún?! ¡¿Por qué les exige fe sobre el temor natural del ser humano?! ¡¿Acaso Jesús no tiene sentimientos?! 

Enseñanza de Jesús

Marcos, el autor del evangelio, sigue relatando: «Y se llenaron de gran temor, y se decían unos a otros: “¿Quién, pues, es Este que aun el viento y el mar le obedecen?”» (Mc 4:41). Fue otro tipo de temor el que les sobrevino al ver tal exhibición de poder en las palabras y acción de Jesús. Esta fue una demostración sobre quién es Él y solo los discípulos pudieron ser testigos. 

Conocieron que solo Dios, el creador de los cielos y la tierra, tiene poder sobre su creación (Sal 107:28-29). Este maravilloso hecho tuvo el propósito de afirmar la fe de los discípulos y la honra de la que Jesús es digno por ser Dios encarnado en hombre para la salvación de todos aquellos que crean en Él.

Pablo dice en Colosenses que Jesús es Dios, por lo tanto, también es el creador que estaba desde el principio (Jn 1:1-2). Él dice: 

«Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen» Colosenses 1:15-17. 

Jesús tiene toda la autoridad sobre lo creado, si Él estaba con los discípulos, ellos no tenían nada que temer. Jesús lo sabía. Se valió de esta circunstancia común para mostrarles quién es Él.

Aplicación

Ahora te pregunto, ¿cuántas veces te has visto en una situación similar? ¿Cómo has respondido a las pruebas? ¿Cuántas veces has pensado que Dios no considera tus sentimientos o que Jesús no se compadece de ti porque no resuelve una situación inmediatamente? ¿Has considerado que Dios quiere trabajar en tu fe? Y si la has considerado, ¿oras porque Dios arregle la situación o para que aumente tu fe y te permita ver quién es Él?

Son buenas preguntas que debemos hacernos antes de cancelar a Jesús al alejarnos de Él, murmurar y buscar otros métodos para resolver en nuestras fuerzas una situación o prueba que estemos atravesando. Lo cierto es que, así como los discípulos, necesitamos empaparnos cada día más de quién es Jesús. Él se compadece de nuestra situación, sabe que somos polvo (Sal 103:14; Heb 4:15) y que, por ende, nos duele y nos provoca temor toda circunstancia de la que no tenemos control. No es que Jesús sea insensible, es que nos está madurando en Él. No es que a Jesús no le importen nuestros sentimientos, es que Jesús nos está enseñando a dominarlos para llevarlos a la obediencia de la Palabra.

Una de las señales de inmadurez espiritual es cuando culpamos a Dios por cómo nos sentimos, es decir, cuando lo vemos como alguien que debe quitarnos todo lo que no nos gusta o duele solo porque no queremos sufrir para Él. No hay mejor escenario para aprender dependencia, confianza, obediencia y tener fe que las situaciones difíciles. Como madres sabemos esto. Podemos decirle a nuestro hijo con mucho amor que deje de brincar en la cama, podemos repetirlo varias veces, y si no obedece, seguramente sufrirá las consecuencias. Cuando el niño se cae y se golpea, después de llorar, hablamos con él y apuntamos al entendimiento, no a sus sentimientos. Comprendemos que duele, pero la lección se aprende en medio del dolor. El dolor nos hace humildes y nos recuerda que necesitamos de nuestro buen Padre para consolarnos y ayudarnos.

Jesús sufrió como nosotras. Jesús le pidió al Padre pasar de Él la copa amarga que tomaría por nosotras en la cruz (Mt 26:39). Esta expresión humana de Cristo es quizás con la que más nos podemos relacionar con Él. Piensa. Jesús es Dios, por lo tanto, sabía lo que vendría. Jesús tomó forma de hombre, por lo tanto, se angustió por lo que vendría. Sin embargo, obedeció al cumplir la voluntad de Dios. ¿Qué debían aprender los discípulos? Fe: confiar en Jesús porque, como Dios, Él los guardaba. ¿Qué debemos aprender nosotras? Lo mismo. Aunque los sentimientos están presentes, no podemos vivir a partir de ellos. Las hijas de Dios vivimos a partir de la verdad que informa nuestra realidad y circunstancias. En medio de un mundo relativizado, permanece anclada en la verdad que dirige tus pasiones o sentimientos y confía en aquel que los comprende y consuela, pero que los usa para hacerte crecer a su imagen.

 

Aprende

¿Es Jesús insensible?

Vive

Lee Isaías 53, reflexiona y escribe lo que Cristo sufrió previo a su muerte en la cruz (vv.1-3).  Reflexiona y escribe cómo el profeta relata el rechazo que recibió, el dolor que sintió y lo que atravesó para hoy vestirnos de su justicia (vv.4-9). Luego, reflexiona y escribe de qué forma Dios lo exaltó (vv.10-12). Por último, escribe tus conclusiones sobre las preguntas: ¿Jesús es insensible? ¿A Jesús no le importan mis sentimientos? Termina escribiendo cómo puedes imitar a Jesús y seguirlo. Ora al Señor buscando sus fuerzas para obedecerlo.

Lidera

Discipula a otras mujeres con el pasaje de Isaías 53 y 1 Pedro 2. Enséñales que atravesar el dolor y tener miedo es humano, pero que debe ser enfrentado con fe y temor a Dios.

 

Recursos

https://www.crossroadsinitiative.com/es/media-es/articulo/caminando-sobre-el-agua/

https://ebi-blog.org/preocupaciones-y-consuelos/

 

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