De la vanidad al propósito: el cambio que solo Dios hace
Jun 04, 2025
- Las personas no saben quiénes son y cuando no hay claridad acerca de quién eres, cualquier cosa es válida con tal de «sentir propósito en esta vida». No obstante, el propósito de la vida no se consigue, se recibe, lo que significa que es dado y comunicado por el Creador y no por las cosas creadas
- La mujer cristiana juega un papel protagónico en la historia del cuidado corporal, pues tiene la responsabilidad de mostrar al mundo que el cuerpo no ha sido creado para ser abusado por el mercadeo de un escaparate.
- La mujer cristiana no es ajena a la vida de Dios y tiene el entendimiento lleno de luz; su corazón duro se ha transformado en uno que entiende la voluntad del Señor para el cuerpo y para su alma. Tampoco vive su mayordomía corporal de la misma manera que la no creyente, pues la mujer madura en la fe tiene como imperativo conocer qué ha dicho Dios sobre su cuerpo y aborda su cuidado corporal con santidad y honor.
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De la vanidad al propósito: el cambio que solo Dios hace
Por Daniel Cabús
¿Sabes cuál es el problema del siglo XXI? Las personas no saben quiénes son y, cuando no hay claridad acerca de quién eres, cualquier cosa es válida con tal de «sentir propósito en esta vida». No obstante, el propósito de la vida no se consigue, se recibe, lo que significa que es dado y comunicado por el Creador y no por las cosas creadas. Así que el cuerpo ha sido provisto de identidad y propósito, lo cual se identifica claramente en las sagradas Escrituras: Dios creó a la mujer con identidad y propósito, la diseñó y literalmente la construyó (Diccionario bíblico Holman, 2009, p. 1091). De esta manera, toda mujer que ha nacido de nuevo tiene una nueva identidad en Cristo gracias al perdón de los pecados, la justificación por la fe y la comunión con su Espíritu, herencia que Él provee a su familia espiritual.
La vieja naturaleza y el cuidado corporal en la mujer
Cuando una mujer comienza a cuidar su cuerpo, sus motivaciones suelen ser temporales e inclinadas hacia una mejora de su autoestima, inclusive aquellos nobles objetivos como la salud. Esa es la vieja naturaleza y la realidad de miles de mujeres que observan al ejercicio como una píldora para sentirse mejor con ellas mismas. Son mujeres que, aunque vean su anhelado objetivo en el espejo, desconocen que no hay programa de entrenamiento que pueda contra el egocentrismo y el orgullo levantado con «la bandera del empoderamiento» y «la mejor versión».
Por alguna razón divina, durante algún tiempo estuve muy involucrado en el sector femenino fitness; la mayoría de mujeres que entrenaba no eran creyentes, por lo que sus conversaciones y anhelos eran normales para su identidad: buscaban ser más atractivas que otras mujeres en el gimnasio y procuraban llamar la atención de otros sobre sus propios cuerpos. Recuerdo una vez un mensaje que recibí vía Instagram de una entrenadora con muchos seguidores en su perfil, su contenido era sobre entrenamiento con una peculiar manera de exponer su cuerpo. Lo que me dejó aturdido no fue su contenido, sino su mensaje, ella me dijo lo siguiente: «¡Estoy en un terrible estado de depresión, no puedo más conmigo misma, ayuda, por favor!». Quedé tremendamente impresionado por cómo su perfil digital decía todo lo contrario, y aquel mensaje me enseñó un principio: el ejercicio no puede cambiar el estado caído del corazón. Por más que el ejercicio embellezca el cuerpo, no puede hacer algo para lo que no está diseñado. Solo la identidad que el evangelio talla en el corazón es lo que produce la verdadera belleza del alma y del cuerpo.
Catherine Sheraldi de Nuñez (2023, párr. 10), en su artículo ¿Qué es una mujer?, dice lo siguiente:
Es uno de los dos géneros que Dios creó, con un conjunto de características divinas específicas. Fue hecha con la capacidad de complementar al hombre y brindar su aporte a las áreas donde él necesita ayuda para desarrollar la creación y glorificar a Dios. De esta manera, trabajando juntos en armonía demuestran al mundo quién es Dios.
¿Quién es Dios? Es una pregunta que debe ser contestada no solo por medio del conocimiento teológico, bíblico y sistemático de la persona de Dios, sino también expuesto a través de la identidad de una mujer que ha abrazado la cruz de Cristo como su dirección de vida para la gloria de Dios. La forma en la que vive una mujer cristiana encarna la doctrina que su corazón abraza, así que verla ejercer el cuidado corporal debería enseñar el carácter del Dios a quien ella sirve. Esa es la diferencia sustancial entre la mujer con una naturaleza arrastrada por el sistema fitness y del ámbito self-care (autocuidado), y la mujer que ha comenzado un proceso de santificación en cada área de su vida porque ha sido llamada a ser santa y es apartada para el Señor.
La nueva naturaleza y el cuidado corporal en la mujer
«Esto digo, pues, y afirmo juntamente con el Señor: que ustedes ya no anden así como andan también los gentiles, en la vanidad de su mente. Ellos tienen entenebrecido su entendimiento, están excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón» (Ef 4:17-18, énfasis añadido).
Así es la manera en la que Pablo comienza su argumento después de presentar a la iglesia como un cuerpo que está creciendo y siendo fortalecido por los diferentes dones con los que Dios la ha bendecido. Pablo hace un llamado a la iglesia en Éfeso a no vivir de la misma manera que viven los incrédulos y hace un énfasis a su manera de pensar. Les dice que ellos (los incrédulos) viven en la futilidad de sus pensamientos porque están en oscuridad, no les ha alumbrado la luz del evangelio y, por esa razón, están ajenos al estilo de vida que agrada a Dios. Todo eso los ha llevado a cometer toda clase de impurezas y a endurecer cada vez más sus corazones.
Por lo tanto, la mujer cristiana no es ajena a la vida de Dios y tiene el entendimiento lleno de luz; su corazón duro se ha transformado en uno que entiende la voluntad del Señor para el cuerpo y para su alma. Tampoco vive su mayordomía corporal de la misma manera que la no creyente, pues la mujer madura en la fe tiene como imperativo conocer qué ha dicho Dios sobre su cuerpo y aborda su cuidado corporal con santidad y honor. Además, reconoce que Él la creó para algo más que ser bonita a los ojos de este mundo, así que observa las ciencias saludables como dones que Dios ha provisto a sus hijos, para dominarlas y aplicarlas con sabiduría y propósito.
La mujer cristiana juega un papel protagónico en la historia del cuidado corporal, pues tiene la responsabilidad de mostrar al mundo que el cuerpo no ha sido creado para ser abusado por el mercadeo de un escaparate y que no es suficiente el emplear las ciencias saludables para adquirir salud terrenal. El cuerpo para la mujer creyente es santo porque reconoce que el Espíritu de Dios habita en ella para que su vida saludable resplandezca para la gloria de su Dios y nada más.
Aprende
- La verdadera identidad no se consigue, se recibe del Creador. El propósito de la vida es dado por Dios, no por las cosas creadas.
- La mujer cristiana ha recibido una nueva identidad en Cristo que transforma su perspectiva sobre el cuidado corporal.
- El ejercicio no puede cambiar el estado caído del corazón; solo el evangelio puede producir verdadera belleza del alma y del cuerpo.
- La santificación del cuidado corporal es parte del proceso de ser apartada para el Señor.
Vive
- Examina tus motivaciones cuando cuidas tu cuerpo: ¿Buscas satisfacción temporal o estás ejerciendo una mayordomía santa?
- Practica ver las ciencias saludables como dones de Dios para ser usados con sabiduría.
- Cultiva una perspectiva que vea más allá del self-care mundano, reconociendo tu cuerpo como templo del Espíritu Santo.
- Integra la oración y la meditación en la Palabra mientras ejercitas tu cuerpo.
- Resiste la tentación de compararte con otros en el gimnasio o en redes sociales.
Lidera
- Organiza un grupo de estudio sobre la identidad en Cristo y cómo esta afecta nuestro cuidado corporal.
- Comparte tu testimonio de cómo el evangelio ha transformado tu perspectiva sobre el ejercicio y la nutrición.
- Inicia un ministerio de «fitness cristiano» en tu iglesia, que combine ejercicio físico con verdades bíblicas.
- Mentorea a otras mujeres en cómo abordar el cuidado corporal desde una perspectiva cristiana.
- Crea contenido en redes sociales que contraste la perspectiva mundana del fitness con una visión bíblica del cuerpo.
- Organiza talleres que enseñen cómo integrar la fe cristiana con prácticas saludables.
Recuerda: el objetivo es que tu vida saludable resplandezca para la gloria de Dios, mostrando al mundo que hay una manera diferente de cuidar el cuerpo: una que honre al Creador y refleje nuestra identidad en Cristo.
Referencias
- B&H Español Editorial Staff. (2009). Diccionario Bíblico Holman. B&H.
- Scheraldi, C. (8 de marzo de 2023). ¿Qué es una mujer? Coalición por el evangelio. https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/que-es-una-mujer/
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