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Jesús critica a los líderes religiosos

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Jesús critica a los líderes religiosos
  • Cancelamos a Jesús porque no reconocemos la verdad de quién es Él y lo que realmente dice su Palabra.
  • Cancelamos a Jesús cuando anteponemos a hombres que atan cargas pesadas a nuestra alma por no conocer su Palabra.
  • Cancelamos a Jesús cuando somos líderes orgullosos que solo pensamos en nosotros mismos sin amar a las ovejas de Cristo.
  • Cancelamos a Jesús cuando exageramos, agregamos o quitamos al mensaje de la Palabra de Dios para tener a personas bajo nuestros pies que nos admiren y aplaudan.
  • Cancelamos a Jesús cuando somos hipócritas en ser en público un tipo de persona, pero ser otro en lo íntimo de nuestro corazón.
  • Cancelamos a Jesús cuando el mensaje del evangelio no nos está conformando a la imagen de Cristo, sino a nosotros mismos, o peor aún, a la imagen de un líder.
  • Cancelamos a Jesús cuando huimos al escuchar el mensaje puro del evangelio porque no nos gusta lo que nos dice sobre nosotros. 
  • Cancelamos a Jesús cuando no reconocemos que nuestro corazón aún peca en palabra, pensamiento y acción, y no nos doblegamos ante Él.
  • Cancelamos a Jesús cuando ignoramos que el verdadero liderazgo que Jesús enseñó es ser el servidor de todos, el que se humilla será enaltecido delante de Él.
  • ¿A qué tipo de líder sigues? ¿Qué líder eres?

 

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Jesús critica a los líderes religiosos

Juana, indignada, le dice a su amiga: —¿Ya te enteraste del espectáculo que hizo Jesús al llamar hipócritas a los ungidos de Dios?

—No. Cuéntamelo todo. Responde su amiga.

Juana contesta: —Resulta que Jesús anda hablando de sus enseñanzas religiosas, que a mi parecer son algo exageradas, a sus discípulos enfrente de nuestros líderes. Él dijo: «No sigan ni hagan como estos líderes que se llaman los ungidos de Dios que dicen que conocen muy bien la ley de Moisés, pero solo les interesa ser reconocidos o famosos. Observen cuánto les gustan los lugares principales y que los saluden con respeto en las plazas. No los llamen Maestros ni Padres porque Padre solo hay Uno en el cielo» (Parafaseando Mateo 23:5-10). 

—Realmente no entiendo a ese Jesús —responde su amiga— Él quiere que todos seamos como Él que no tiene ni dónde reposar su cabeza, que siempre anda con esos doce hombres sin saber ni de dónde se los sacó, pues no son líderes preparados porque no conocen bien la ley como nuestros líderes. Además, Jesús viene con enseñanzas muy diferentes. La realidad es que Él no quiere que progresemos a cosas mejores y no respeta a los líderes que Dios ha puesto sobre nosotros. ¿Quién se cree ese Jesús? Dice la joven totalmente asombrada.

—Definitivamente, amiga. ¿Cómo se atreve Jesús a creerse más que nuestros líderes? Ni que fuera el mismo Dios.

Muchas no reconoceríamos a Jesús si viviéramos en su tiempo. ¿Lo has pensado? Si hubieras sido la mujer que vendía joyas en el mercado cerca del templo, hubieras visto a Jesús y escuchado todo tipo de historias de él. Quizá no hubieras creído en Él al igual que los líderes judíos que ya tenían tiempo liderando al pueblo. De hecho, hoy muchos no lo reconocen en su Palabra y terminan cancelando a Jesús; como fue antes, es hoy.

Enseñanza

Previo a esta declaración tan fuerte de Jesús contra los líderes judíos, Él les había declarado la falta de conocimiento en reconocer quién era Él. Nota lo que Jesús les dice en Mateo 22:41-46: 

Estando reunidos los fariseos, Jesús les hizo una pregunta: «¿Cuál es la opinión de ustedes sobre el Cristo? ¿De quién es hijo?». «De David», le contestaron* ellos. Jesús les dijo: «Entonces, ¿cómo es que David en el Espíritu lo llama “Señor”, diciendo: “Dijo el Señor a mi Señor: 'Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies'”? Pues si David lo llama “Señor”, ¿cómo es Él su hijo?». Y nadie le pudo contestar ni una palabra, ni ninguno desde ese día se atrevió a hacer más preguntas a Jesús.

Muchas veces Jesús retó a los líderes a reconocer quién era Él porque conocían la ley de Dios y el resto del Antiguo Testamento que apuntaba a Él (Jn 5:39). Sin embargo, el endurecimiento de su corazón no les permitió ver que delante de ellos estaba Dios encarnado. Jesús los llamaba hipócritas porque ellos se proponían como cumplidores perfectos de la ley cuando realmente sus acciones la contradecían. Tomemos un ejemplo de dos de las siete protestas que hizo Jesús contra ellos. 

“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas, que limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno! ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas que son semejantes a sepulcros blanqueados! Por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también ustedes, por fuera parecen justos a los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad.” (Mt 23:25-28).

La ley que ellos conocían en Números 19:11-16 decía que era el contacto con los cuerpos de muertos que hacían a una persona ritualmente impura y que las tumbas eran normalmente blanqueadas para destacarlas solo de apariencia, pero en el interior había decadencia. Es decir, Jesús les dijo que ellos se preocupaban por el exterior ya que por el mero hecho de ser líderes conocedores de la ley se creían superiores, y peor aún, no se creían pecadores, por eso su interés estaba en lo externo que alimentaba el orgullo que ellos tenían, al cual Jesús estaba apuntando. 

Un hombre orgulloso de sus obras no necesita a nada ni a nadie, por ende, no necesitaban a un hombre que no tenía apariencia de líder, mucho menos si se decía Hijo del Dios Altísimo. Perdieron de vista que la limpieza ceremonial era una sombra de la limpieza interna que se cumpliría en Cristo (Ez 36:25-26). ¿Quién desearía beber agua de un vaso que ha sido lavado solo por fuera pero no por dentro? Ellos se conformaron con dar su atención a los aspectos externos, e intencionalmente obviaron el significado espiritual de la ley que es lo que Jesús explicó en el Sermón del Monte (Mt 5-7).

Aplicación

¿Qué nos enseña esto? En aquel tiempo cancelaron a Jesús. Es decir, lo rechazaron al punto de matarlo. Ignoraron que Él no solo era el cumplidor perfecto de la ley, sino que era el Hijo de Dios, la Palabra viva. ¿Por qué sucedió esto entre los líderes judíos? Por el orgullo en su corazón. La verdad que los disgustó estaba delante de ellos y no la reconocieron.

El orgullo nos hace ciegos de nuestro pecado. El pecado nos lleva a justificarnos delante de Dios con nuestras obras externas, pero al mismo tiempo, nos lleva a justificarnos delante de otros en una especie de temor al hombre para recibir su aprobación y aplausos. Terminamos pensando más alto de nosotros mismos de lo que deberíamos (Ro 12:3). Nos atamos a las tradiciones, ceremonias, reglas que no han sido dichas expresamente en las Escrituras o las exacerbamos más de lo que son.

Como líderes, condenamos a otros cuando, al agregar o exagerar la ley de Dios, atamos cargas pesadas a sus corazones alejándolos del amor y fortaleza de Dios, sin ayudarlos en su camino y sin ser ejemplo de ello. Si perdemos de vista lo que hay dentro de nosotros —pecado— no correremos a la fuente de salvación correcta, sino a nosotros mismos o a nuestras tradiciones o a la palabra de hombres. La ley no salva, solo una Persona salva: Jesucristo el Hijo de Dios, que no vino en la envoltura blanqueada que ellos querían, pero sí  con el corazón puro, recto y perfecto para ofrecerse en su lugar por sus pecados. Hoy no hay condenación para nosotras, podemos correr a su trono de gracia.

Nosotras hubiéramos cancelado a Jesús como hoy lo hacemos cuando anteponemos a los hombres antes que a Dios. Cuando endiosamos a los líderes antes que a Dios. Cuando llamamos a los líderes “padre”. Cuando no despertamos a la responsabilidad de leer la Palabra de Dios junto al Espíritu Santo para conocer a nuestro Padre y a su Hijo que ha enviado para salvación. Somos responsables de a quién damos nuestro temor y obediencia fiel. Y como líderes, somos responsables de llevar a otros al verdadero Dios para ser transformados según la ley que tiene todo el propósito de llevarnos a Jesucristo. Muchos están cancelando a Jesús al invalidar su mensaje del evangelio, muchos se están enfocando en dar mensajes que apuntan a otros a centrarse en las cosas de este mundo o en ellos mismos. 

Todos haríamos bien en poner por obra lo que Jesús dijo como contraste a la descripción de estos líderes: “Pero el mayor de ustedes será su servidor. Y cualquiera que se engrandece, será humillado, y cualquiera que se humille, será engrandecido” (Mt 23:11-12). ¿A qué líder sigues, uno como Jesús o como los fariseos? ¿Qué líder eres? 

 

Aprende

Según el texto, ¿quiénes son los fariseos? ¿Qué actitudes los caracterizan? O ¿Cuáles son sus características?

Vive

Lee todo el capítulo 23 de Mateo y subraya los “¡Ay!” que encuentres. Haz un resumen con tus palabras de cada uno y responde: ¿Qué significa esto? ¿Me refleja de alguna manera? ¿Hay algún líder así? Luego. ora por tu corazón para arrepentimiento según lo que hayas identificado, y ora por los líderes que conozcas que no están enseñando la verdad de la Palabra.

Lidera 

De acuerdo a estos pasajes, ¿qué tipo de líder eres? Ora por ti y por aquellas personas a las que has liderado. ¿Cómo lo has hecho? Rinde cuentas al Señor y regresa a Él.

 

Recursos

https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/7-caracteristicas-hipocritas-religiosos/

https://evangelio.blog/2022/03/07/los-fariseos-no-son-buenos-lderes/

 

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