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Jesús minimiza el adulterio

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Jesús minimiza el adulterio
  • Jesús perdona a una mujer adúltera cuando los fariseos la llevan al templo para ser apedreada como la ley lo ordena.
  • Jesús se rehúsa a apedrearla, porque la ley no dice eso. Es más, la ley dice que tanto ella como el hombre deben recibir castigo de muerte. ¿Dónde está el hombre?
  • Los fariseos deseaban encontrar algo con qué acusar a Jesús, pero se encuentran con la verdad de la ley: todos somos culpables.
  • Hoy, cancelaríamos a Jesús por minimizar, aparentemente, el pecado del adulterio al perdonar a esta mujer livianamente.
  • No olvidemos que todos merecíamos la misma pena de muerte por el pecado.
  • No olvidemos que es por gracia que somos salvas, y que ningún pecado es mayor o menor que el otro, todos merecen castigo, pero el nuestro lo tomó Cristo en la cruz.
  • No condenemos a otras por sus pecados, puesto que el dedo de Dios ya no está contra ellas ni contra nosotras, mejor animémonos a vivir para la gloria de Dios.

 

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Jesús minimiza el adulterio

¿No es cierto que somos rápidas para condenar a otros antes que ver nuestro pecado? ¿No es cierto que maximizamos el pecado de otros frente al nuestro? El pastor Juan Sánchez dice: “Todos llevamos un legalista dentro”. Es decir, elevar los prejuicios o pensamientos al nivel de la ley bíblica sin escudriñar la Biblia y sus propios corazones. Esta es la historia de la mujer adúltera, a quien Jesús perdonó frente a otros y los acusó de poner la ley por obra. ¿Por qué Jesús perdonó este acto claramente condenado por la ley y encima avergonzó a los fariseos? ¿Por qué Jesús parece solapar este pecado y no el de los fariseos? ¿Qué le pasa a Jesús? ¡Cancelado!

Contexto

Jesús se encontraba enseñando en el templo. Los escribas y los fariseos llevaron a Jesús a una mujer que fue sorprendida en el acto del adulterio para preguntarle: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. Y en la ley, Moisés nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. ¿Tú qué dices?” (Jn 8: 4-5). 

El pasaje también nos dice que los fariseos hacían estas preguntas para poner a prueba a Jesús, de manera que tendrían con qué acusarlo. La respuesta de Jesús fue escribir en tierra dos veces, como una señal de juicio (Jer 17:13) y les dijo: “El que de ustedes esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra”. Todos quedaron en silencio. Luego, Jesús se refirió a la mujer y le dijo: “Mujer, ¿dónde están ellos? ¿ninguno te ha condenado? Yo tampoco te condeno. Vete; y desde ahora no peques más” (Jn 8:7b, 10,11b).

Lo primero que tenemos que entender es que los fariseos deseaban apresar a Jesús a través de una confusión o blasfemia que hiciera contra la ley o contra sus ritos. Lo segundo es que los fariseos eran expertos en la ley, pero también expertos en vivirla superficialmente. Ellos creían que el Mesías que vendría era para liberarlos del poder romano, pues ya eran salvos, eran el pueblo de Dios. Creían que los pecadores eran los de afuera, no los de adentro. Por eso, muchas veces agregaban leyes a la ley para asegurarse de que se cumpliera y evitar el juicio de Dios, o bien, le quitaban a la ley para minimizar lo que otros hacían.

El juicio contextualizado

¿Puedes imaginarte esa misma escena el día de hoy? ¿Qué le pasa a Jesús? ¿Acaso no sabe el daño que hace un adulterio? ¿Por qué se interpone en la ejecución de la ley que desean hacer los fariseos, los conocedores de la ley? 

Cuando leemos esta historia, estamos prontas a juzgar a la mujer. Si nuestra experiencia de vida ha sido caer en adulterio, la vemos con compasión, pero si nuestra experiencia de vida es ser la esposa del hombre con quien se cometió adulterio, la vemos con juicio y venganza. La mujer fue sorprendida en el acto, ahora imagina los comentarios en todas las redes sociales: 

— ¡Noticia! 

— #adulterio

— ¡Qué vergüenza! 

— Se supone que ella era una buena mujer, y resulta que se andaba acostando con el esposo de otra. Bien escondido que se lo tenía, pero todo sale a luz. 

— Siempre lo he dicho, de las calladitas, ¡líbranos, Señor!

— Por eso, hay que cuidar a los maridos, porque luego estas mujeres son muy astutas.

— ¡Cómo se atreve Jesús a comparar pecados en un momento donde claramente la ley demanda justicia! ¡Cancelado!

— ¿Qué me dices de Jesús? En vez de defender a la esposa del hombre, la perdona y acusa a los otros para que no pongan por obra la ley. ¿Qué le pasa? Y dice que es el Salvador, pero Dios no haría eso. ¡Cancelado!

Lo cierto es que es precisamente este pensamiento fariseo y dualista lo que Jesús condena. Él les deja la pregunta: ¿Acaso ustedes no pecan? ¿Acaso conocen bien la ley y el espíritu de la misma? 

La enseñanza de Jesús

Jesús conocía la ley que está descrita en Levítico 20:10, la cual dice: “Si un hombre comete adulterio con la mujer de otro hombre, (que cometa adulterio con la mujer de su prójimo), el adúltero y la adúltera ciertamente han de morir”. Y también lo escrito en Deuteronomio 22:22 que dice: “Si se encuentra a un hombre acostado con una mujer casada, los dos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer. Así quitarás el mal de Israel”. 

Primero, ninguno de los versículos dice cómo será el castigo. Segundo, en Deuteronomio, los versículos 21 y 23 dicen que se apedreará a la joven que mienta sobre su virginidad o que se acueste con otro hombre con el que está comprometida, a ambos se apedrearán. Tercero, dice que tanto el adúltero como la adúltera deben recibir el mismo castigo de muerte, lo cual no se específica para este caso. Entonces, ¿por qué los fariseos solo trajeron a la mujer? ¿dónde está el hombre, el adúltero? 

Jesús sabía que estaban tratando de engañarlo a través de la distorsión de la ley y al usarla para sus propósitos. Además, Jesús estaba enseñando que esa ley tiene una razón detrás: llevar a todos al arrepentimiento por la incapacidad de cumplirla en su totalidad, no solo por el adulterio, sino por todo pecado. Todos están iguales delante de Dios y merecen la muerte por sus pecados, pero Cristo los puede salvar de todos sus pecados (Ro 3). He aquí la hipocresía de los fariseos.

Aplicación

Nuestros corazones están prontos a condenar el acto de otros, pero ¿qué tan prontas somos para ver nuestro corazón que aún peca? ¿acaso hay diferencia de pecados o escala de pecados cuando Dios dice que si alguno incumple una ley ha incumplido toda la ley? Algo es cierto, todos somos prejuiciosos y condenadores cuando se trata del pecado de otros, nos escandalizamos acerca de lo que otros hacen como si nosotras estuviéramos libres de la misma piedra, que por cierto, la tomó Jesús, solo que Él la tomó en una cruz.

Por supuesto que el adulterio es serio, difícil y es pecado. Sin embargo, no hay pecado que no encuentre perdón por la fe en la obra completa de Cristo. En la carta a los Romanos capítulo 1:26-32, Pablo nos da una extensa lista de pecados que el hombre, en su dureza de corazón, persigue. Es una lista sin rango; allí encontrarás el pecado de avaricia junto con el de fornicación, el pecado de envidia junto con el adulterio, el pecado de homicidio junto con la soberbia, entre otros. 

Jesús estaba aplicando la ley correctamente, primero, porque no le añadía o quitaba a la ordenanza, segundo, porque su misión no era condenar, sino salvar (Jn 3:16). Cuando Jesús les respondió que si alguno se creía sin pecado podía tirar la primera piedra estaba haciendo un llamado a sus corazones para el arrepentimiento, pero no lo entendieron. Antes de tirar la piedra a otra persona en murmuración, en burla, en legalismo, recuerda quién te rescató y por qué te rescató. El dedo de Dios ya no está señalándonos, en su lugar, recibimos su amor incondicional y eterno. Recuerda: “Pero a todos los que lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en Su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad de hombre, sino de Dios” (Jn 1:12-13).

 

Aprende

¿De qué trata la historia de la mujer adúltera?

Vive

Lee el Salmo 19:10-14. ¿Estás anuente de tu necesidad de examinar tu corazón? Jesús te llama una y otra vez a llevar tu pecado a sus pies, donde encuentras perdón. 

Lidera

¿Cómo puedes ayudar a una amiga legalista? Repasen juntas la carta de Efesios capítulos 1 y 2.

 

Recursos

https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/de-insensata-a-sabia-de-adultera-a-virtuosa/

https://www.avivanuestroscorazones.com/mujer-verdadera/blog/adultera-yo-mi-que-me-esculquen-10-senales-para-de/

 

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