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Restauración bíblica para la infidelidad

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Restauración bíblica para la infidelidad
  • Dios todo lo ve, por lo tanto Él obrará de acuerdo a su fidelidad, su soberanía, su misericordia y su justicia.
  • Dios es justo, por lo tanto, no dejará sin consecuencia el pecado, todo pecado.
  • Cristo ya ha pagado nuestras injusticias en la cruz para que nosotras podamos perdonar a otros.
  • El  matrimonio es un pacto entre dos pecadores que son una sola carne delante de un Dios santo.
  • Dios es tu refugio, por lo tanto, necesitas correr a Él antes que a cualquier otra cosa o persona. 
  • No camines sola, pide ayuda y comprométete en el proceso de restauración.
  • Si tu esposo no se arrepiente, busca a Dios que te ayude para guardar tu corazón de la amargura y el enojo, pues tú deber es responder a Dios antes que a los hombres, eso te incluye a ti.
  • El fruto de ser de Dios se ve en tu respuesta a Él. Dios es compasivo, en Él encuentras consuelo, refugio, ayuda para que puedas vivir en paz, descanso y confianza en Él.

 

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Restauración bíblica para la infidelidad

El matrimonio es una de las relaciones más importantes. Después de nuestra relación con Dios, el matrimonio —para quienes han sido llamados al matrimonio— es un jardín a cuidar, guardar y plantar. Porque el matrimonio bíblico no es un cuento de princesas ni príncipes, es una historia de dos pecadores que unen sus vidas para ser una sola carne delante de Dios. Es dentro del matrimonio donde servimos, crecemos, y maduramos a la imagen de Cristo con la ayuda del Espíritu Santo. Por lo mismo, el matrimonio conlleva dolor, sufrimiento y, sí, en ocasiones, también infidelidad. Aprendamos en este artículo cuatro puntos bíblicos sobre la infidelidad.

 La infidelidad, bíblicamente hablando, es adulterio en el contexto del matrimonio, ya que en la Biblia no existe el noviazgo. Sin embargo, lo importante que la Biblia recalca es que la infidelidad es pecado. Puesto que conlleva no solo el acto en sí, sino que involucra el corazón de ambos. Mateo 15:19 dice que del corazón proviene la infidelidad.  Es tan doloroso saber que aquella persona que tanto amas y con quien haces vida haya olvidado su pacto para buscar en otra cisterna el agua que ya tiene en casa. Debes saber que toda infidelidad es el acto final de dificultades que estaban sucediendo en el corazón de quien ha sido infiel. Aunque este artículo está dirigido a mujeres, también tomemos en cuenta que nosotras las mujeres somos capaces de ser infieles a nuestros esposos. 

 ¿Por qué? Porque nosotras hemos sido infieles a la Palabra de Dios —y aún lo somos—, pero Él nos perdonó antes que nosotras lo amáramos y buscáramos (Ro 5:8-10). Todos los seres humanos somos capaces de lastimar y de ser infieles, algunos luchan más en esta área que otros, pero es importante tener esta verdad en perspectiva para cuando pequen contra nosotras en este sentido y busquemos reconciliación. Así que, examinemos cuatro puntos sobre la infidelidad.

Dios ve todo

 «En todo lugar están los ojos del Señor, observando a los malos y a los buenos (Prov 15:3)».

Si creemos que Dios es justo, es bueno, es fiel y gobierna sobre todos, entonces saber que Dios ha visto todo lo que hemos pasado provee descanso para nuestra alma. Todo cuanto es Dios —cada uno de sus atributos— trabaja para el bien de sus hijos. La promesa de que todo ayuda a bien para quienes son llamados por Él conforme a su propósito, no solo es verdad, sino también aplica a toda circunstancia de nuestra vida (Ro 8:28).

 Si Él ve, Él obrará. Si Él conoce, Él juzgará. Si Él está, Él pedirá cuentas. Esto no es una motivación para incitar el deseo de venganza, más bien, el deseo de que la justicia de Dios obre para bien, y ese bien es salvación y restauración de nuestro matrimonio.

 ¿Cómo respondes a la verdad de que Dios ve?

Primeramente, al saber que tú no eres responsable del pecado que tu esposo ha decidido cometer, pero tampoco te hace su juez. No puedes llevar una culpa que no te pertenece, ni una condena que Cristo ya pagó por ti y por él (si tu esposo es creyente). Él es el responsable de sus acciones de las cuales Él dará cuentas a Dios y Él se las pedirá.

 Sin embargo, sí podemos evaluar nuestras acciones pasadas dentro de nuestra relación. ¿Has contribuido al pecado de tu esposo? ¿Cómo ha sido la intimidad sexual? ¿Cómo has sido su ayuda idónea? ¿Cómo te has interesado en su vida? Estas preguntas no son para culparte, son para examinar tu rol en la relación. Puesto que una relación es de dos, y bíblicamente, los esposos son una sola carne delante del Dios que ve.

Dios es justo

«Ciertamente, Dios no obrará perversamente, y el Todopoderoso no pervertirá el juicio (Job 34:12)». 

 Porque Dios es justo, sabemos que habrá rendición de cuentas. Porque Dios es justo, sabemos que podemos perdonar y pedir perdón, ya que Cristo nos ha perdonado, nosotras podemos dejar de tener en deuda el daño que nos han hecho; aunque esto no evita las consecuencias, debemos guardar nuestro corazón de la amargura.

 Debes saber que una infidelidad es traición al pacto, es una traición grave, así como lo es toda transgresión contra la ley de Dios. La justicia de Dios es perfecta, lo sabemos porque Dios lidió contra nuestra injusticia y transgresión a la ley en la cruz de Cristo. 

 ¿Cómo respondes a la verdad de que Dios es justo?

Recuerda que el Señor es compasivo, es un Dios de justicia y son dichosos los que esperan en Él (Is 30:18). Esto quiere decir que nuestro consuelo en las injusticias es Dios mismo basado en la promesa de que podemos esperar en Él; y mientras lo hacemos, encontramos su compasión para ayudarnos a tomar decisiones en cuanto a nuestra obediencia a Dios para perdonar, restaurar y buscar ayuda para nuestro matrimonio.

Dios es tu refugio

«Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio» (Salmo 16:1). 

 Dios es nuestro refugio porque nos guarda en Él para descansar, tomar fuerza, alimentarnos y levantarnos. Piensa en el objetivo de un refugio, es un lugar para resguardarnos del enemigo y de todo aquello que sucede dentro de nosotras. El enemigo nos engaña para que corramos a refugiarnos en cualquier persona, situación, en nuestro pecado de falta de perdón, amargura, tristeza, deseos de venganza y demás. Si nos resguardamos en Dios y en sus promesas, podemos meditar de mejor manera lo que ha ocurrido, podemos decidir de acuerdo a su voluntad, y poco a poco tener afectos que agradan a Él. 

 ¿Cómo respondemos a la verdad que Dios es tu refugio? 

Ciertamente, nuestra humanidad está creciendo en expectativas de otros, está aprendiendo a confiar en Dios y en otros, y cuando esa expectativa y confianza se ven afectados, respondemos en buscar refugio en algo o en alguien. No siempre buscamos a Dios para refugiarnos, o si lo hacemos, clamamos justicia inmediata, o cuestionamos el “porqué” nos pasó a nosotras.

 Aunque es una manera común de responder, no debe ser una actitud en la cual debemos resguardarnos por mucho tiempo. No hay verdadero refugio en sentimientos destructivos. Dios te comprende y te ayudará a que puedas responder a su amor, no al dolor por lo que tu esposo ha hecho, es decir, respondemos a quien es Dios, antes de lo que se nos ha hecho; porque Dios es tu salvación y tu gloria, es la roca que te fortalece, ¡tu refugio está en Dios! (Sal 62:7). 

El fruto de ser de Dios

De alguna forma he tratado de mencionar lo que estamos llamadas a ser y a responder a Dios. El profeta Oseas fue llamado a recibir a una mujer adúltera, puesto que así es como Dios nos recibió a su pueblo: «Entonces el Señor me dijo: “Ve otra vez, ama a una mujer amada por otro y adúltera, así como el Señor ama a los israelitas a pesar de que ellos se vuelven a otros dioses y se deleitan con tortas de pasas”» (Oseas 3:1). Dios te ayuda en este proceso. Jamás estás sola porque te ama.

 Así como Oseas obedeció a Dios porque reconoció que su obediencia es parte del plan micro y macro de Dios, el fruto de que tú eres de Él se ve en:

  • Perdonar (Ef 4:32)
  • Ser paciente (Prov 14:29)
  • Poner tu mente en Cristo y no en lo ocurrido (Col 3:1-4)
  • Confiar en Dios (1 Juan 5:14)
  • Ofrecer la compasión y misericordia que Dios te ofrece cuando pecas (Lc 6:36-37)
  • Pedir ayuda y caminar con otros (1 Pe 3:8)
  • Pasar el proceso de santificación (Fil 2:12-13)

(Puedes leer más sobre una vida de frutos en nuestro artículo https://www.reformadas.com/blog/unavidadefrutos)

 Por eso no puedes hacer esto sola, necesitas comunidad, hermanas en la fe que te acompañen, con quienes puedas ser honesta sobre tus luchas para realmente recibir consuelo. Tomará tiempo, sí, pero el Espíritu Santo te ayuda, guía y sostiene. Si tu esposo no se arrepiente, mira a Cristo y responde a Dios, Él se encargará de tu esposo.

 Reconocer que habrán secuelas para tu relación es importante, pero también es importante recordar que el evangelio es poder de salvación (Ro 1:16), que en Cristo puedes encontrar reconciliación, y sobre todo, puedes perseverar con un corazón que se va pareciendo a Cristo. Reconocer que la infidelidad es un pecado es el principio de una restauración, y reconocer que hay perdón en Cristo es la base para continuar. Todo pecado ha sido pagado en la cruz, puedes guardar tu corazón de rencor; Dios está contigo.

 

 Aprende

¿Es la infidelidad un pecado imperdonable?

 Vive 

¿Qué es lo más difícil para ti en una infidelidad? ¿Cómo estos versículos te pueden ayudar? Escribe tus conclusiones para luego orar sobre ellas y tomar decisiones.

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