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No soy lo que publico: soy lo que Cristo ve

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No soy lo que publico: soy lo que Cristo ve
  • Las redes sociales nos tientan a la búsqueda de admiración, identidad y significado muchas veces editando quienes somos.
  • Dios no permitirá que mostremos algo que no somos en realidad. 
  • Busca la guía de Dios para cada publicación que realices. Que tu testimonio no se convierta en el enfoque sino que el evangelio reluzca en toda clase de contenido que subas. 
  • Las redes nos roban la libertad de ser reales con nuestro testimonio y nos presionan a publicar lo que esperamos que los demás encuentren admirable, con el fin de producir un me gusta o un comentario, de manera que vivimos en función de los hombres que, al final, vienen y van. 
  • Las redes sociales nos dan una buena oportunidad para compartir el evangelio de diferentes maneras, por eso es importante que puedas tener una comunidad de personas que comprueben tu testimonio en la vida real.

 

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No soy lo que publico: soy lo que Cristo ve

Por Gaby Puente

Después de meditarlo por algunos días y a raíz de diferentes situaciones personales, tuve la convicción de eliminar por un tiempo la aplicación de Instagram de mi celular. Mi perfil aún permanece, pero mi atención ya no es presa de su existencia. Créeme, esta decisión no fue fácil, el Señor tuvo que mostrarme que la percepción que tenía de mí misma estaba construida sobre las publicaciones que realizaba. Aunque, por una parte, cada publicación muestra profundas convicciones en mi corazón, poco a poco comencé a creer que yo era todo lo bueno, todo lo sabio y todo lo sensato que decía. Sin embargo, nuestro Dios, que escudriña los corazones y en cuyos ojos están en los pensamientos de los hombres, utilizó varios medios para mostrarme que estaba bajo una fachada de piedad y que era una persona débil, necia y necesitada del evangelio. 

Es muy sencillo caer en la trampa de mostrar una vida perfecta, sin preocupaciones ni aflicciones y, por lo tanto, medir nuestro valor y relevancia de acuerdo con los comentarios y percepción de los demás. Por lo que enredarnos en la idolatría de la aprobación del hombre, en la ceguera de la vanidad o en la mentira de la alabanza, se vuelven pecados en los que podemos caer con facilidad. Entonces, me gustaría ofrecerte cuatro estrategias para no encontrar tu valor en tu imagen de internet, y para que recuerdes que tu verdadera identidad no se puede mostrar, evaluar ni percibir en tu red social. Tu identidad la define la autenticidad de un corazón tierno, apacible, sometido a la voluntad de Dios, y que puede ser evaluado y comprobado por el Espíritu Santo, por la Palabra y por tu iglesia local. 

Evalúa la fachada

La naturaleza de las redes sociales nos permite editar, cortar y pegar cualquier cosa que mejore nuestra imagen. Pero, si no tenemos cuidado, estas plataformas pueden alimentar nuestro deseo de admiración, el sentido de victimización y la comparación. Muchas veces he escuchado: «no todo lo que brilla es oro», así que la tentación de crear una imagen sin errores, sin dolores y sin necesidades nos engaña de nuestra verdadera condición: todas somos mendigos buscando pan. No encontraremos satisfacción, identidad y autenticidad en ningún lado sino en Cristo, todo lo demás es cartón.

Si vas al salmo 139:23-24, la petición del salmista es que Dios examine su corazón y pruebe sus pensamientos. Pues bien, de la misma manera puedes poner tus redes sociales ante Cristo y preguntarle de qué manera muestran una imagen fiel a la realidad. Si edifican, enseñan o animan. Las redes nos roban la libertad de ser reales con nuestro testimonio y nos presionan a publicar lo que esperamos que los demás encuentren admirable, con el fin de producir un me gusta o un comentario. Esto revela, en consecuencia, que vivimos en función de los hombres que, al final, vienen y van. 

Tu vida y testimonio son más que tus redes 

Jeremías 17:10 dice que Dios escudriña, observa y entiende nuestro corazón. Si eres creyente, estás en un proceso de crecimiento, así que pídele a Dios que cada día te permita observar todo lo sí eres, pero también lo que no. El resultado será un continuo fruto de arrepentimiento y fe, que te ayudará a alinear la realidad con la virtualidad. Para darte un ejemplo, te dejo  la siguiente reflexión que hice hace algunos años: 

«Todo el dolor físico,

Todas las angustias asfixiantes,

Todos los miedos paralizantes,

Todo lo incierto que vendrá,

Todo lo que no espero,

Todos los fracasos,

Todas las rupturas,

Todos los días negros sin el sol,

Todo lo que me empuje a Cristo es bendición».

Hoy, un año después de haber publicado estos pensamientos, atravieso, simultáneamente,  muchas de esas declaraciones, que han revelado que mi corazón no confía con plenitud en Dios. Sin embargo, sé que nuestro buen Rey no permitirá que mostremos al mundo algo que no somos en lo privado, así que, en amor, nos llevará a evaluar de qué maneras pretendemos que somos diferentes. Por otro lado, también puedes caer en publicar y compartir fotos, videos y palabras con la perspectiva de que eres mucho más buena o mala de lo que crees. Por lo tanto, antes de compartir tu testimonio o publicar algo, te animo a que pienses en Filipenses 4:8 y ora: 

Señor ayúdame a compartir realmente quien soy, no una imagen de lo que quiero ser para ganar admiración, validación o para probar un punto. Primero prueba mis caminos y mi corazón para que mi testimonio no se vea afectado ni mi relación contigo se enfríe por la aprobación o atención del hombre que es paja, un día está y al otro no. Todo es temporal y si me enfoco en ganar algo lejos o fuera de ti es pecado y desobediencia. Recuérdame que todo lo bueno que soy es por ti y que todo lo vil viene de mi. Perdóname cuando he tratado de reflejar a alguien que no soy y permíteme servirte en cualquier contexto donde me encuentre. 

Recuerda que tu historia, siempre y al final, es de Él, y todo lo que compartimos debe ser para su alabanza.

Comparte y sé libre

Ahora, ¿cómo compartes tu testimonio, vida y pensamientos? Primero, asegúrate de tener una comunidad, es decir, relaciones fuera de redes que comprueben que lo que publicas y compartes empata con tu vida real. Esto es crucial porque es importante que tengas presente que nuestra familia, iglesia y amigos son los verdaderos testigos de quienes somos en realidad.

En segundo lugar, procura una correcta comprensión del evangelio, pues la identidad que encuentras en Cristo, al momento de presentarte en otros círculos, te anima y te permite ser auténtica, sea de manera virtual o real. Por lo tanto, aprovechemos que las redes sociales nos dan una perfecta oportunidad para compartir el mensaje de salvación de diferentes maneras.

En tercer lugar, comparte y sé libre. Al estar anclada en la Palabra de verdad, nada de lo que observes en redes sociales te tentará hacia la búsqueda de satisfacción y seguridad fuera de tu Salvador.

 

Aprende

  • Lee el Salmo 139:1-4, 23-24 y reflexiona: ¿qué reconoce el salmista sobre su vida? ¿Cuál es su petición? 
  • Lee el Salmo 22:22-31 y reflexiona: ¿qué dice el pasaje sobre lo que debemos compartir a otros, incluso utilizando nuestra propia vida como testimonio? ¿De qué manera hay que compartirlo?

Vive

  • A la luz de Filipenses 4:8 evalúa todas las publicaciones de tus perfiles y pregúntale al Señor cuáles de ellas son fieles a tu vida y demuestran su bondad.

Lidera

  • Antes de compartir tu testimonio o una publicación en redes sociales, habla con algunas personas y pídeles su retroalimentación.

 

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