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¿Qué tienen en común el trabajo y la fe?

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¿Qué tienen en común el trabajo y la fe?

 

¿Qué tienen en común el trabajo y la fe?

No podemos iniciar este artículo sobre trabajo y fe sin empezar por el principio. ¿De dónde proviene el trabajo? La verdad es que nos encanta hablar del trabajo honesto, sin embargo, muchas personas  no lo entienden como algo bueno. En vez de verlo como una actividad que glorifica a Dios, lo ven como una actividad molesta, pero necesaria para sobrevivir y poder hacer las actividades que consideran buenas, importantes y divertidas. Si esta es la forma en la que piensas sobre el trabajo, quiero retarte a que sigas leyendo y aprendas que tu trabajo tiene un propósito cósmico para construir el Reino de Dios.  

El mandato cultural de Dios es para todos 

¿Te has dado cuenta de que la Biblia comienza con Dios trabajando, creando, haciendo, llenando sus manos de tierra (Gn 2:7) para después descansar?  ¿Has notado que el trabajo dado a Adán y a Eva, también conocido teológicamente como el mandato cultural,  fue dado por Dios antes de la caída (Gn 1:26-28)? ¿Te has preguntado por qué? De acuerdo a Génesis 1:27, los seres humanos fuimos creados a la imagen y semejanza de Dios para ser como Él.  Nuestra identidad está en Él y estamos llamadas a representarlo, así fue desde el principio y persiste hasta el día de hoy. ¿De dónde procede esto? En el mundo antiguo se pensaba que los reyes eran dioses. De hecho, al faraón en Egipto se le llamaba “amon Ra”, que significa que él era la imagen de “Ra”, el dios sol.  En Roma, los emperadores eran adorados como dioses, por lo que se hacían imágenes de ellos alrededor de todo el imperio para mostrar que debían ser adorados. 

Dios crea el ser humano a su imagen y semejanza para que lo represente como sacerdote y rey, como embajador del mensaje de Dios en la tierra. Esto significa cuidar, proteger, multiplicar y trabajar en el lugar donde lo puso, el Edén. Este mandato fue dado para el hombre y la mujer como hijos, pues esta representación se basa en una relación filial llena de amor y propósito (Gn 1:26-28). 

Lastimosamente, creo que al leer estos pasajes lo hacemos como gente sumergida en los avances tecnológicos y acostumbrada a un tipo de lenguaje y vocabulario; por lo tanto, las palabras de la Biblia quedan fueran de nuestro entendimiento: ¿fructificar, multiplicarse, subyugar, cultivar? 

El impacto del trabajo en tu vida y entorno

¿Cómo se ve este mandato cultural hoy para representar a Dios, un mandato que afecta la sociedad en la que vivimos? Implícitamente, Adán debía guardar el jardín de toda amenaza, ya que a él se le dio el mandato y gobierno de Dios sobre ese lugar. Posteriormente, el pueblo de Israel debía hacer esta misma labor con el templo o el tabernáculo para que se mantuviera limpio (Dt 4:19; Núm 1:53; 3:7-8; Lev 18:5). Debía proteger el templo de todo lo extraño que amenazara el mandato de Dios para  para servicio y gloria de Dios.  ¿Cómo lo vemos hoy?  

Nuestro trabajo, como hijas y representantes de Dios, es un acto de adoración y servicio a Él, un acto de obediencia a su Palabra.  Tu trabajo tiene raíces sacerdotales. Tu trabajo es un espacio santo y apartado para la gloria de Dios, es una actividad que te permite representarlo frente a no creyentes para mostrar la bondad de Dios.

Termino con mi argumento inicial, tu trabajo no es algo que haces solo para sobrevivir y mejorar tu estilo de vida, más bien, es el mejor lugar para representar y servir a Dios, para llevar a cabo tu propósito y el propósito de Dios: su gloria.  El trabajo que realizas no es para ti, es para el Señor. Entender esto lo cambia todo. Tu trabajo deja de ser una actividad molesta para convertirse en una actividad en la que das tu máximo potencial, en donde haces todo con excelencia y te esfuerzas porque sabes que hay un propósito más alto y por alguien mayor que tú misma.

El Espíritu Santo te capacita  para representar a Dios  íntegramente en donde sea que te encuentres trabajando porque tu trabajo se convierte en un campo misional, en donde, conforme otros te ven, ven a Aquel a quien sirves.  Lo cierto es que no hay trabajo sagrado y secular, pero como hemos aprendido, todo lo que haces muestra y es para la gloria de Dios. No hay trabajo más digno que otro cuando tu corazón lleva el propósito de adorar y servir a Dios. No separes lo que Dios no separa, tanto el trabajo que haces en casa, en la universidad, en una oficina como dentro de la iglesia local es digno y honra a Dios, quien ha dado el buen mandato de hacernos personas productivas para su gloria.

Así que, la próxima vez pienses que tu trabajo es lo que haces mientras encuentras la voluntad de Dios o lo que haces mientras encuentras un trabajo sagrado y no secular, piensa de nuevo.  Dios te ha puesto en tu trabajo para glorificarlo, para servirlo y para quitar la oscuridad que rodea a tu industria.  Dios te está usando justamente en donde estás, así que “ve pues” (Mt 28:20). 

 

Aprende

¿Por qué el mandato cultural es bueno hoy?

Vive

Lee 1 Pedro 2:11-17, 20-25. Describe cómo Dios pide a los creyentes que se comporten, y cuál es el propósito. Por último, examina tu vida en tu lugar de trabajo, y ora pidiendo a Dios ayuda para dar testimonio fiel de quién eres en Cristo.

Lidera

¿Por quién estás orando en tu trabajo?

 

Recursos

https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/como-glorificar-a-dios-en-el-trabajo/#:~:text=No%20trabajes%20para%20ganar%2C%20y,el%20trabajo%2C%20y%20por%20Jesús.

https://es.9marks.org/articulo/el-evangelio-de-lunes-a-sabado/

 

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