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Jesus es Abandonado

Mar 24, 2021

Y a la hora novena Jesús exclamó con fuerte voz: Eloi, Eloi, ¿lema sabactani?, que traducido significa, Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Marcos 15:34

 Otras lecturas: Salmos 22:1-31; Mateo 27:35-44; Juan 19:23-30

 

Es muy probable que hayas pasado alguna vez por cierto momento de gran angustia y en donde has requerido ayuda, tan solo para darte cuenta de que muchos de los que considerabas amigos en realidad no lo son y te han abandonado. Bien dicen que la tribulación, la necesidad y la prueba son la mejor manera de ver quién es en realidad tu amigo. Ahora imagínate si te acusaran de darle la espalda a Dios. Es muy seguro que lo negarías. Sin embargo, esto es lo que hacemos una y otra vez cuando nos negamos ver a la cruz como la única manera de salvación. Esto no debe sorprendernos. Te lo explicaré mejor

El Salmo 22 abre con una realidad terrible: para poder pagar por tus pecados, Cristo fue abandonado por el Padre. Me encantaría poder decirte exactamente lo que estaba pasando en ese momento de la crucifixión entre Cristo y el Padre. Lo único que sé es que este es el punto más doloroso de la vida de Cristo. En un momento finito y a la vez infinito, incomprensible y misterioso, Cristo es abandonado para llevar el castigo de tu pecado y el mío y pagarlo por la eternidad. El costo, la agonía, el lamento, y ese lloro, como chillido estridente, llenaron el cielo y a la vez, destruyeron el infierno. La paga del pecado es la razón de ese lamento, de esa agonía, de ese abandono. Ese es el terrible momento en donde Cristo recibe toda la ira de Dios para sostener nuestra salvación eterna.

Pero Cristo no solamente es abandonado por el Padre en ese momento. El Salmo 22:6-7 muestra al Salvador sufriente siendo burlado e insultado por el pueblo. El Nuevo Testamento nos muestra a Cristo siendo burlado (Mateo 27:39,43), negado por sus amigos (Lucas 22:54-62), abandonado por sus discípulos (Marcos 14:50; Mateo 26:56). En el momento de mayor necesidad, de mayor sufrimiento, ninguno de los hombres que lo habían seguido y que habían visto Su deidad en poder, estaba presente. Y es aquí en donde tú y yo aparecemos en escena.

Nos gusta sentirnos bien. Nos gusta ver películas con finales felices. Leer novelas que terminan con un beso y un y fueron felices para siempre. Pero meditar en la cruz es ir en contra de todo lo que deseamos. Enfrentarnos a la cruz significa ver nuestro corazón y esos pálidos intentos por salvarnos al cumplir ritos que no requieren nuestra mente ni nuestro corazón. Pensar en la cruz es pensar en nuestra incapacidad de salvarnos, es enfrentarnos a la posibilidad de que a pesar de lo que nuestros padres nos han dicho, tú y yo somos insuficientes. Nos quedamos cortos. Fallamos y siempre fallaremos. Entender la cruz es saber que necesitamos un Salvador y entonces decides creer y poner tu fe en Él. No entender la cruz es verlo muriendo y abandonarlo para intentar por medios propios ser todopoderosos, buenos y suficientes. Mucha gente ha decidido darle la espalda y abandonarse a la realidad de su insuficiencia

Pero hoy es un nuevo día y Sus misericordias son nuevas cada mañana. En esta Cuaresma párate frente a la cruz y haz un inventario mental de todos tus intentos por salvar tu vida. Pregúntate si realmente todas tus acciones buenas pueden salvarte de la pena de la ley, recuerda que «el que cumple con toda la ley, pero falla en un solo punto ya es culpable de haberla quebrantado toda» (Santiago 2:10).

¿Puedes entender ahora las implicaciones del abandono del Padre a Cristo? ¿Puedes comparar esto con tus intentos por salvarte? Y si lo haces con honestidad intelectual, entenderás cómo la muerte de Cristo es la única salvación posible. Espero que en ese preciso momento en donde entiendas esta realidad, te arrodilles, ores en arrepentimiento y decidas seguir a Cristo en fe, entendiendo que tú no puedes hacer nada pero que Él lo hizo todo por ti en la cruz.

 

APRENDE

  • Lee Marcos 15:34. ¿Qué exclamó Jesús antes de morir? ¿Quién abandonó a Cristo cuando fue crucificado?

VIVE

  • ¿Has reconocido que eres insuficiente para ser salvo y le has entregado a Jesús tu vida o le estás dando la espalda a Cristo y sigues intentando salvarte por tus propios medios?
  • Toma un momento para arrodillarte y pedirle perdón a Dios por tus pecados. Agradécele por haber hecho todo el sacrificio para que pudieras tener la salvación y vivir la eternidad a su lado.

LIDERA

  • Acércate a una persona que se sienta triste o decepcionada por haber sido abandonada o traicionada, y recuérdale que está frente a la decisión de caminar con Cristo y vivir siempre acompañada.

 

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