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Jesus y Las Mujeres

Mar 18, 2021

En eso llegó a sacar agua una mujer de Samaria, y Jesús le dijo: —Dame un poco de agua. Pero, como los judíos no usan nada en común con los samaritanos, la mujer le respondió: —¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si tú eres judío y yo soy samaritana? Juan 4:8-9

 

En esto llegaron sus discípulos y se sorprendieron de verlo hablando con una mujer, aunque ninguno le preguntó: «¿Qué pretendes?» o «¿De qué hablas con ella?» Juan 4:27

La cultura de nuestros países hispanos es machista. Las mujeres crecimos creyendo que el hombre es más importante, que «calladitas nos vemos más bonitas» (dice un dicho popular), así que a sonreír y a desaparecer. Por años caímos en la trampa de considerar que el ser mujer significa ser pisoteada, usada, abusada y desechada. Esta forma de percibir es algo que todavía continúa, y diferentes organismos trabajan para cambiar esta realidad.

Cristo vivió en un periodo histórico similar. Se enfrentó a ese doble estándar en donde la mujer y el hombre son medidos y juzgados de manera diferente. En la antigua Roma, una mujer respetable no podía salir de su casa a menos que estuviera acompañada de un hombre. No podía interactuar con otros hombres. Por tanto, muchas veces permanecía encerrada en su casa. Las niñas no podían ir a la escuela, no tenían voz ni voto en sus casas ni en público, y sus testimonios no eran aceptados ante la corte. Muchas veces, los fariseos oraban dando gracias de que no eran ni gentiles ni mujeres. Nadie quería ser mujer en aquellos tiempos. Nadie quería hablar con mujer. Ese era el mundo al que Jesús llegó.

Imagínate el impacto social y cultural cuando Jesús decidió ver a las mujeres, interactuar con ellas, tenerles consideración, valorarlas, sanarlas y aun salvarlas. Jesús vino a recordarnos que Dios hizo al hombre y a la mujer, a los dos, conforme a Su imagen y semejanza, iguales en valor y en dignidad, aunque con diferentes roles. Cuando la mujer no podía participar en la sinagoga y de manera activa en la alabanza a Dios, Cristo se acercó a ellas. Cuando la sociedad prohibía que la mujer tocara el rollo de las Escrituras, la palabra de Jesús les hablaba directamente. Cuando la sociedad denigraba a la mujer y la veía con desdén, Cristo la veía con amor. Así con la mujer samaritana, con la mujer que lo ungió y lo tocó, que con la mujer con una enfermedad de sangrado.

Pero Cristo no solo interactuó con mujeres. También condenó de manera abierta la manera racista y discriminatoria en que la mujer, o las minorías, aquellos indeseables para la sociedad eran tratados. Las enseñanzas de Cristo, sin duda, democratizaron la necesidad de un Salvador y pusieron en claro que tanto el hombre como la mujer, el gentil y el judío, el rico y el pobre, todos, somos merecedores de Su gracia. Por ejemplo, Cristo enseñó que el matrimonio no es una institución para denigrar o para humillar, sino para mostrar gracia en abundancia. También enseñó que el adulterio comienza cuando alguien tiene lujuria en su corazón y no con el acto sexual con otro hombre o con otra mujer. Y es que la sociedad judía permitía al hombre ir a un prostíbulo o acostarse con una mujer soltera y no era considerado adulterio, mucho menos pecado.

 Una de las cosas más sorprendentes es que fue justamente a una mujer samaritana a la que Cristo le reveló su identidad y su misión. Es justamente a esa mujer con sangrado a la que, de acuerdo con la ley judía podía contaminar a quien la tocara, a la que Jesús levanta del suelo y la llama hija (Marcos 5:25-34). Es precisamente a esa mujer pecaminosa que ungió a Cristo a la que llama buena (Lucas 7:36-50).

Cristo vino para salvar a todos los que se habían perdido, tanto mujeres como hombres. Todos estamos perdidos. Todos necesitamos voltear a ver la cruz. Esto no es feminismo, ni liberación femenina. Es un camino nuevo que Dios abrió a mujeres y hombres pecadores por igual. Ambos necesitan caminar hacia la cruz. Cristo nos ha redimido. Somos igual ante la cruz; complementarios antes los ojos de Dios.

 

APRENDE

  • ¿Cuál fue la reacción de la mujer samaritana cuando Jesús se le acercó? ¿Por qué le sorprendió que un hombre judío le hablara? ¿Cuál fue la respuesta de Jesús ante la mujer?

VIVE

  • Tu valor como mujer es dado por Dios. El mundo se encargará de destruirlo, pero recuerda que tu identidad está fundamentada en el Señor. Lee y medita en Proverbios 31:10-31.

LIDERA

  • En ocasiones, somos las mismas mujeres quienes hacemos comentarios destructores sobre nosotras. Te invito a que le des una palabra de amor a las mujeres de tu vida, sean amigas, familiares, compañeras de trabajo, etc.

 

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