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Mi relación fallida con Dios

relaciones fallidas Feb 02, 2022
  • vLa raíz de los problemas del ser humano es el pecado que lo hace culpable delante de Dios.
  • El hombre culpa a Dios o a otros porque su pecado no le permite ver claramente la salvación que tiene en Él.
  • Dios se acerca al hombre para salvarlo, iluminar su entendimiento y mostrarle a su corazón que tiene necesidad de Él.
  • El hombre se llenó de vergüenza y culpa, y huyó de Dios. Pero el Señor respondió enviando a su Hijo Jesucristo a vivir, morir y resucitar por su pecado, para recuperar su relación cercana con el hombre, su creación. 
  • Aunque hoy luchamos con la tendencia a pecar y culpar, nuestra relación con Dios ha sido restaurada por Cristo, y hoy podemos estar cerca de nuestro creador. 
  • Hoy vivimos en victoria porque nada jamás nos separará de una relación con Dios que crece hasta la eternidad.

Mi relación fallida con Dios

No sé cuántas veces he escuchado a la gente quejarse acerca de lo que hizo Eva en el jardín del Edén. ¿Sabes de qué hablo? Muchos la culpamos por ceder al engaño, pues es más fácil poner la responsabilidad en ella que aceptar la idea de que seguramente nuestro oído también caería en el engaño del pecado si hubiéramos estado en su lugar. No estoy asumiendo, esto es lo que la Biblia nos muestra a lo largo de todas sus historias y cartas. 

Desde aquel momento en el Edén, nada volvió a ser igual, y nada ha sido igual. El pecado entró, creció y se propagó como plaga en todo el mundo.  Los humanos convirtieron su propia figura en ídolos y se volvieron contra Dios. Ciertamente, el pecado dañó por completo nuestra relación con Dios, pues el lugar que Él debe ocupar en nuestro corazón lo tenemos nosotras, reinas de nuestra vida. La consecuencia de la relación rota con Dios trajo vergüenza, por eso nos escondemos de Dios, y también trajo culpa, por eso huimos de Él.

Cuando el pecado entró al mundo, Dios no pudo relacionarse con su creación porque Él es limpio y santo, santo, santo. Somos culpables ante Él, dignas de condenación eterna, dejadas a los placeres de nuestra carne y a la oscuridad total sobre quiénes somos y quién es Dios.

¿Había forma de restaurar esta relación, la más importante de todas? ¿Quién podría arreglar el problema? ¿Cómo podríamos ver el engaño de afuera y oler la pestilencia de nuestro interior? ¿Sería posible vivir sin culpa y vergüenza? Solo Dios puede restaurar nuestra relación con Él por medio de Él mismo.

Pablo nos da la buena noticia:  “Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro 5:8 NBLA). “Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida” (Ro 5:10 NBLA). “Porque así como por la desobediencia de un hombre (Adán) los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de no (Cristo) los muchos serán constituidos justos” (Ro 5:19 NBLA). 

La excusa de todas es que no comprendemos por qué las situaciones que vivimos no salen como deseamos, pero es importante que entendamos que el problema por la culpa del pecado, la necesidad de huir y de escondernos de Dios ya está resuelto. La obediencia de Cristo es nuestra por fe. Su vida, muerte y resurrección es el mapa de nuestra vida cristiana, por gracia. Lastimosamente, muchas veces lo olvidamos, y actuamos igual que Adán y Eva: nos seguimos culpando, nos escondemos de Dios y no nos responsabilizamos de lo que hay en nuestro corazón ni lo llevamos a su trono para encontrar el oportuno socorro a través del perdón (1 Jn 1:7-9).

Incluso cuando profesamos fe en Cristo, seguimos luchando con el pecado y con un enemigo que ya fue vencido, sin embargo, en ocasiones lo olvidamos. Es por esta razón que, si nuestra mente y corazón no están informados por la Palabra de Dios diariamente, no viviremos como victoriosas sino como culpables. Nuestra relación con Dios se verá fría, alejada, hasta incomprensible. Y si vivimos bajo esta premisa, también viviremos pensando que el poder de Dios para rescatarnos y para relacionarse con nosotras no ha sido suficiente, pero sí lo es. 

Podemos vivir en victoria sobre el pecado que nos aleja de Dios porque Cristo triunfó de una vez por todas. Podemos tener una relación con Dios porque Cristo murió y resucitó, y quitó la culpa que trajo el pecado. Podemos acercarnos a Dios porque Cristo se acercó a nosotras para llamarnos a la libertad con Él.

El evangelio de Cristo es esto: el hombre pecó (el problema) y el resultado fue el rompimiento de una relación viva con Dios y la condenación eterna (consecuencia). Pero Dios lo resolvió al enviar a su Hijo (la solución) para vivir, morir y resucitar por nuestro pecado. Lo mejor de todo es que ese poder sigue vigente, y podemos creer todos los días en su obra como la única solución para que nuestra relación fallida con Dios crezca en cercanía, confianza y verdad hasta que lo veamos cara a cara en la eternidad. 

 

Aprende

¿Qué separa al hombre de Dios? ¿De qué forma resolvió Dios este problema? ¿Cómo debemos responder ante su obra?

Vive

  • Lee todo el capítulo de Romanos 5 y escribe todos los verbos de acción de parte de Dios hacia ti. Luego subraya lo que Cristo hizo para restaurar tu relación con Dios. Después, medita sobre cómo el evangelio informa cada lucha que hay en tu corazón. 
  • Escribe una breve oración y pégala en tu Biblia para recordar que Dios está en ti por Cristo.

Lidera

Seguramente conoces a alguna amiga que no desea acercarse a Dios porque no sabe cómo. Cuéntale del problema que tenemos (el pecado), la consecuencia que trajo (separación y condenación), y cómo este problema está resuelto (el evangelio de Cristo). 

Recursos

https://somossoldados.org/piezas-rotas-y-el-dios-que-las-arregla/

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/estas-bien-con-dios/



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