La Gente Espera
Mar 26, 2021Venid, volvamos al Señor. Pues Él nos ha desgarrado, y nos sanará; nos ha herido, y nos vendará. Nos dará vida después de dos días, al tercer día nos levantará y viviremos delante de Él. Conozcamos, pues, esforcémonos por conocer al Señor. Su salida es tan cierta como la aurora, y Él vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia de primavera que riega la tierra. Oseas 6:1-3
Otras lecturas: Juan 11:38-44; Mateo 12:40; 16:21; 27:63
Esperar es una de las cosas más difíciles de hacer si aguardamos algo bueno. Si a mis hijos les digo que tienen que esperar tres horas para ir al parque, o dos días para comer una paleta de hielo, es una tortura china. Si me dicen que tengo que esperar unas semanas para ver a mi mamá o hermana, o que tengo que esperar un par de meses para ir de visita a algún lugar hermoso, el tiempo se alarga. Seguro que te ha pasado.
Imagínate lo que para los discípulos y seguidores de Jesús fue esperar. Después de tres años en los que habían escuchado a Cristo enseñar y hacer señales supernaturales, donde habían experimentado milagros tanto en lo personal como en la vida de otros, todo ahora era silencio. Habían visto el poder de Cristo al callar tormentas y caminar sobre el agua, y ahora una tumba sellada, con soldados romanos haciéndose cargo de que nadie entrara ni saliera de la tumba. Imagina sus corazones llenos de asombro, confusión y tristeza cuando el Hijo de Dios, quien podía haberse deshecho de la cruz y matar a todos sus enemigos, estaba ahora tieso, pálido, muerto. Todo era ahora un tiempo de espera, de tratar de entender. Muy probablemente pudieron sentir cierto desánimo y decepción al paso de los días. Sin embargo, estos tres días de espera, de lamento y de confusión para los discípulos tenían propósitos específicos.
En primer lugar, las Escrituras y profecías del Antiguo Testamento sobre el Mesías debían cumplirse. Si Dios dice, Dios hace. Y particularmente la profecía de Oseas 6, donde vemos que la restauración total vendría al tercer día.
Pero la muerte de Cristo ocurrió también en un momento verdaderamente significativo. Cristo murió el viernes 14 del mes de Nisan, que era el día en que se conmemoraba la Pascua. Recuerda que en la Pascua era necesario el sacrificio de un cordero perfecto para el perdón de pecados del pueblo. El hecho de que Él muriera como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo es una muestra de que Su sacrificio era mejor, permanente. Y Su resurrección inobjetable es muestra de que Su vida traía consigo un nuevo pacto, un mejor éxodo. Pero para confirmar todo esto, la espera debía ser de tres días, hasta la resurrección.
De acuerdo con la tradición judía, el alma de una persona se quedaba en el cuerpo tres días después de fallecer. A los tres días, el espíritu de la persona salía de ellos. Por tanto, si Cristo hubiera muerto y resucitado antes de los tres días, sería muy fácil decir que no había muerto, sino que se había desmayado, por lo que la muerte de Cristo hubiera sido en vano (Juan 11:38-44).
Cada tiempo de Cuaresma ocupo los tres días del fin de semana de resurrección para buscar momentos de silencio, de oración, de meditación, a fin de entender el amor de Dios por nosotros en la cruz. Esta vez te animo a que hagas lo mismo. Escribe, sal a caminar, medita… espera. Espera y no desesperes. Entender el propósito de la espera de Dios, de la espera entre la cruz y la resurrección, te ayudará a comprender el amor de Dios, Su perdón. A vivir reposadamente en Sus tiempos.
APRENDE
- Según la profecía de Oseas 6:2, ¿a los cuántos días resucitaría Jesús?
VIVE
- Lee Isaías 30:15. Durante estos días, mantén una actitud de quietud y confianza, en donde repose tu alma, esperando el día en que celebramos la resurrección de Jesús.
LIDERA
- Santiago 5:7a dice: Por tanto, hermanos, tengan paciencia hasta la venida del Señor. La espera de la segunda venida de Jesús puede ser cansada; sin embargo, Dios cumplirá su promesa como lo ha hecho siempre. Reúnete con un grupo de hermanas y tomen un momento de oración para pedirle a Dios fortaleza para permanecer firmes en Él hasta el día en que vuelva.
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