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¿Es pecado perseguir mis sueños?

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¿Es pecado perseguir mis sueños?

 

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¿Es pecado perseguir mis sueños?

Por Gaby Puente

Esta no es una pregunta fácil, sobre todo cuando hay algo que realmente has deseado y es difícil, casi imposible de alcanzar. ¿Acaso esa no es la característica de los sueños, que son un poco lejanos de nuestra realidad, pero cercanos a nuestro corazón? Para saber si es pecado perseguir nuestros sueños, debemos entender su origen y su naturaleza, así como la nuestra.

El origen de los sueños

Dios nos creó con una mente que espera, busca y tiene expectativas. Antes de la caída, todos nuestros afectos iban hacia nuestro Creador. En Él encontramos identidad, significado, propósito y todo lo que necesitamos. Él nos encomendó la administración de todas las cosas buenas que ahora son parte de nuestros sueños: trabajo, matrimonio, paz en nuestras familias, una sociedad fructífera, etc.

Todas estas cosas son medios de gracia que Dios creó con el fin de llevarnos a Él en adoración. Por medio de ellas lo conocemos como proveedor. Sin embargo, después de que el pecado entrara al mundo, nuestro corazón se olvidó de Dios, dirigió su atención hacia sí mismo y comenzó una búsqueda insaciable de afirmación y felicidad con el fin de satisfacer nuestro ego insatisfecho y construir nuestro reino. De medios de gracia pasaron a ser medios de idolatría.

El resultado de perseguir nuestros deseos

El mundo afirma esta búsqueda con frases como «si puedes soñarlo, puedes lograrlo», «no te conformes, persigue tu felicidad», y «cree en ti misma, alcanza tus metas». Estas falsas promesas muestran su verdadero disfraz cuando nos damos cuenta de que, al cumplir lo que soñamos, la felicidad es pasajera, y casi automáticamente comenzamos a buscar algo más. Nunca nada será suficiente. Tal y como dice el autor de Eclesiastés: «No importa cuánto veamos, nunca quedamos satisfechos. No importa cuánto oigamos, nada nos tiene contentos» (Eclesiastés 1:8 NTV).

La Biblia nos dice que, si no adoramos a Dios, adoraremos a algo más, y la primera en la lista de ídolos somos nosotras mismas. Muchas personas han interpretado el Salmo 37:14, que dice: «Deléitate en el Señor y Él concederá los deseos de tu corazón», como una promesa de que, si leen la Biblia, van a una iglesia y sirven a los demás, tienen el derecho de ver cumplidos sus sueños. Como dijo un motivador: «Dios no le da sueños equivocados a nadie». Pero lo que el texto realmente dice es que, mientras más yo me deleite en conocer a Dios, en hacer su voluntad, en seguir sus mandamientos con gozo y en confiar en Él, mis deseos se alinearán a los suyos.

Perseguir nuestros sueños implica una perspectiva individualista motivada por el amor propio. Y puedes preguntar: ¿Qué tiene esto de malo? ¿Acaso no debo amarme a mí misma? Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su propia manera de vivir, tomar su cruz y seguirme. Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero si entregas tu vida por mi causa, la salvarás» (Mateo 16:24-25 NTV). Dios no nos llama a buscar nuestros sueños, sino a dejarlos en sus manos y buscar su voluntad. ¿Es doloroso? ¡Claro que sí! Negarnos a nosotras mismas es difícil, pero, hermana, la recompensa es gloriosa: seremos parte del Reino de Dios, ganaremos una eternidad con nuestro Creador, trabajando, construyendo, formando una sociedad perfecta en comunidad y para su gloria. Nuestros sueños son pequeños sacrificios en comparación con seguir y conocer a Cristo. No pierdas el gozo de tu vida eterna buscando placer temporal.

Dos historias

En la Palabra de Dios vemos a dos hombres que amaron y sirvieron a Dios. Ambos escribieron libros de la Biblia, tuvieron encuentros cercanos con Dios en oración y fueron criados en un entorno de privilegios y riqueza. El uno era hijo de un rey y el otro era fariseo. Sin embargo, uno de ellos dio rienda suelta a sus sueños y los persiguió hasta alcanzarlos (Eclesiastés 2:10). Al final del camino, Salomón repite una y otra vez que no encontró algo que valiera la pena ni que tuviera sentido, pues todo es vanidad que se va con el viento. Su desesperanza y apatía de la vida se aprecia en cada palabra de Eclesiastés. Sus sueños nunca satisficieron su corazón a pesar de que lo tuvo todo.

Por otro lado, tenemos a Pablo. En Filipenses 3, el apóstol escribe una lista de todas las cosas que poseía y que el mundo admiraba. Sin embargo, él dejó todas sus aspiraciones por seguir a Cristo. El mundo diría: «¡Pablo, qué tonto eres! Intercambiaste tu posición por cárceles, tus vestiduras de fariseo por azotes y castigo, tu casa y seguridad por naufragios y persecución. ¿Quién en su sano juicio haría algo así?». La respuesta de Pablo demuestra la profunda esperanza y gozo que Salomón nunca encontró: «Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios» (Hechos 20:24).

Salomón, al final de sus días, llega a una conclusión reveladora: «Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios» (Eclesiastés 5:7).  Así que, cuando escuches frases como: «persigue tus sueños, pase lo que pase», «que tu vida sea una construcción de tus sueños» o «te mereces cumplir tus metas», recuerda que vienen de un corazón que, con la mano cerrada, ha olvidado que Dios es soberano.

Nuestro amoroso Padre ha planificado cada uno de los caminos por los que hemos de andar, entonces, ¿quién es más confiable para otorgarle todas nuestras peticiones y deseos? Él escucha y conoce todas las oraciones empapadas de lágrimas a causa de sueños que no se cumplieron. Él sabe de todos aquellos anhelos que siguen en una espera que parece nunca acabar y aquellos cercanos a nuestro corazón que están en Su voluntad. Por lo tanto, nuestros sueños deben ser entregados con mano abierta a la Persona más comprensiva y accesible del universo, a nuestro gentil Pastor.

 

Aprende 

Según el artículo, ¿es pecado perseguir tus sueños?

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¿Cómo puedes deleitarte más en el Señor? Lee el salmo 34. Describe con tus palabras el mensaje del salmo, escoge un versículo a memorizar y ora al Señor que te ayude a deleitarte en Él todos los días.

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Recursos

https://www.youtube.com/watch?v=ZUjX76ekuPY

https://www.youtube.com/watch?v=dhZzgvwILi0

https://www.avivanuestroscorazones.com/mujer-verdadera/blog/cuando-se-rompen-tus-suenos/

https://somossoldados.org/mis-suenos-en-su-gracia/

 

Sobre la autora

Gabriela Puente es comunicadora social, está estudiando una maestría en Consejería Bíblica en Southern Seminary y se encuentra cursando una certificación en Consejería Bíblica con ACBC. Desde el 2015, Gabriela es miembro de la iglesia La Fuente en Quito y actualmente trabaja en su Centro de Consejería Bíblica. Su deseo es ver a mujeres crecer en amor y conocimiento de Cristo por medio del estudio de la Palabra de Dios en toda Latinoamérica. Gabriela ha colaborado con artículos para Coalición por el Evangelio y puedes encontrarla en Instagram como @gaby_puentem.

 

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