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¡Ayuda! ¡Soy madre de niños pequeños!

las caras de la maternidad May 10, 2021

Todo en la vida está determinado por etapas que suceden a lo largo de los años. Etapas que no regresan, pero que nos marcan y nos enseñan. La vida cristiana está permeada de situaciones contenidas en etapas que Dios usa para moldearnos a la semejanza de Cristo, nuestro Salvador (Ro 8:29). La vocación de madre no se queda atrás, está empapada de experiencias que nos enseñan que la maternidad es demasiado cargosa si decidimos ejercerla bajo nuestras propias fuerzas; o terminamos rindiéndonos a nosotras mismas o terminamos rindiéndonos al Señor 

Como madres, hay una realidad indiscutible: todo el tiempo necesitamos la ayuda de Dios. ¿Por qué? Porque cada momento cuenta para la eternidad. Las mamás de niños pequeños tienen necesidades específicas, y cada una de ellas es válida e importante. Sin embargo, al final del día, es una etapa que pronto terminará, dejando muchas enseñanzas en el camino para meditar. Esta fase nos deja como regalo el tener compasión y empatía con otras madres; nos impulsa a ayudarnos, aconsejarnos y servirnos.

DOS PREMISAS IMPORTANTES

Ser madre de pequeños implica cambios radicales en nuestro día a día. Adaptamos nuestros horarios, nos enfocamos en ciertas cosas y dejamos otras atrás. Pero todo esto, por lógico que suene, a veces es muy pesado. Muchas somos tentadas a pensar que nadie nos comprende o a envidiar a quienes parecen no estar cansadas. Dos premisas importantes son el fundamento de la fe cristiana: “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. (Mt 22:37-39 RVR1960).

Lo que estoy por decir no es nada nuevo, pero es importante que lo recuerdes: antes de ser madre, eres hija. Por eso lo primero es tu relación con Dios. La Biblia dice: “porque, separados de mí, no pueden hacer nada”. (Jn 15:5b NTV). La única manera de darle a Dios un fruto agradable es a través de Él. El fundamento de nuestra vida cristiana se basa en la calidad de relación que tenemos con Dios. Hasta aquí podrías decir que lo entiendes, pero que no te alcanza el tiempo. ¡Claro! Seguramente no tienes el mismo tiempo que antes ni la misma tranquilidad; tal vez necesites adaptar tu horario o debas buscar la manera de tener un momento con Dios para que su Palabra se mantenga firme en tu mente y en tu corazón; es probable que ya no puedas sentarte por la mañana a tomar un café, leer la Biblia, tomar notas y orar, pero todo esto no significa que debas alejarte del Señor, ¡necesitas mantenerte cerca de Él! Ahora, por ejemplo, puedes escuchar la Palabra de Dios hablada mientras tu bebé toma leche o mientras tus hijos están pintando o jugando. Puedes leer un salmo al despertar y meditar en él durante el resto del día, orando o, incluso, cantándoles a tus hijos, aunque ellos no entiendan mucho. Encuentra esos pequeños, pero valiosos momentos que te puedan acercar a Dios.

Sé que no es sencillo, y quiero decirte que te entiendo. A veces estamos tan exhaustas que ni siquiera recordamos que debemos cuidar nuestra relación el Señor. Pero, hermana, no estoy aquí para juzgarte, sino para recordarte que estar conectada activamente con Dios fructificará tu vida como madre.

Lo segundo es amar a tu prójimo como a ti misma. Después de Dios está tu prójimo, no tú. Tu prójimo también son tus hijos y los amarás de la manera en la que tú deseas ser amada, y esto solo lo conoces cuando te sabes amada por Dios. Tus hijos pequeños están aprendiendo de ti, te necesitan todo el tiempo, requieren más de tu atención, necesitan tu amor reflejado en paciencia, gracia, misericordia y enseñanza; el mismo que tú necesitas de Dios para poder darlo.

No olvides que ellos están creciendo en identidad a través del Evangelio. ¿Sabías que la repetición es una de las maneras en las que creamos hábitos? Por lo tanto, si repites los abrazos, incluso cuando lloran, o si repites las formas de corrección cuando hacen berrinches, si refuerzas la verdad de que están en un lugar seguro, un lugar de amor, de que mamá también se equivoca, se cansa y peca, ellos aprenderán. Las reafirmaciones les darán seguridad e identidad en Cristo. Es por esto que la ayuda que más necesitamos para amar a Dios, a nuestros hijos y para fortalecernos en cuerpo y alma la encontramos únicamente cuando permanecemos en la Palabra. 

EL EVANGELIO

Quizás algunas madres de pequeños se sientan “alejadas” de los eventos sociales o de la iglesia. Muchas han encontrado que aislarse es más sencillo, ya sea porque no piden ayuda o porque no la han recibido cuando la piden. Esto solo nos recuerda lo falibles que somos y que no podemos depender de las expectativas que tenemos sobre otros, y mucho menos de la frustración por el cambio que tuvo nuestra vida. Todo parecieran malas noticias, pero no son las peores a luz de Dios. Si creemos en Cristo y nos hemos arrepentido de nuestros pecados, hemos sido reconciliadas con Dios para llamarle Padre y recibir su ayuda; ¡hay esperanza!

Las buenas noticias del evangelio nos recuerdan que somos necesitadas, y esto, querida madre, es de gran consuelo para nosotras. Quiere decir que estar en Cristo, lo cual significa creer en Él y en su obra, es la mejor noticia de todas. La Biblia dice: “Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas.” (Is 43:2 NVI). Esta verdad aplica para nosotras. Jesús lo cumplió cuando dijo: “Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.” (Mt 28:20b NVI). 

En cada etapa de nuestra vida necesitamos de Dios, y como Él ha prometido estar con nosotras a través de Cristo por fe, podemos recibir toda la ayuda que requiramos. Fortaleza para los desvelos y para soportar el dolor de espalda y de cabeza, para repetir las mismas tareas y canciones; paciencia para escuchar llantos una y otra vez; todo te lo puede dar Dios.  Nuestros pequeños nos recuerdan la palabra “necesidad”, que es la misma que tenemos nosotras como hijas de nuestro Padre celestial. 

Querida madre de pequeños, tu alma necesita la fortaleza que viene del Señor, Él es tu ayuda, quien sostiene tu alma (Sal 54:4); tus pensamientos necesitan la Palabra de Dios porque son palabras fieles que sostienen (Sal 119:86a); tus emociones necesitan estar informadas de estas verdades para responder en arrepentimiento cuando te equivocas y en lamento cuando estás débil y cansada, pero todo esto resulta en alabanza del que te ha dado la dicha de ser madre. Y, ¿sabes qué? Es una dicha representar el amor de Dios como madre a nuestros hijos necesitados de la salvación y amor de Cristo.

APRENDE

Salmos 54:4 RVR1960 dice: “He aquí, Dios es el que me ayuda; el Señor es el que sostiene mi alma”. Según este versículo, ¿quién nos ayuda y sostiene nuestra alma?

VIVE

Durante esta semana, busca un momento durante día en el que puedas meditar en algún versículo de la Biblia y mantenerte en contacto con Dios. Compártenos de qué manera lo hiciste y si notaste algún cambio en tu día.

LIDERA

Si conoces alguna madre de pequeños, acércate y pregúntale cómo puedes apoyarla. 

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