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La adopción es un reflejo del amor del Padre

las caras de la maternidad Jun 02, 2021

 

La adopción es un tema central e importante en la Biblia. Tan relevante es que representa exactamente la bienvenida eterna a la familia de Dios. 

Lastimosamente, no escuchamos suficiente sobre esta doctrina. Únicamente tenemos entendido que Dios es nuestro Padre, o bien relacionamos la adopción con el trabajo que llevan a cabo las organizaciones. Sin embargo, en la historia de Dios, es un tema sumamente significativo, y lo vemos en todo lo Él hace con nosotros, a quienes nos predestinó como sus hijos adoptivos (Ef 1:5).

La adopción de Dios no es gracias a algo que tú hayas hecho, no hay manera de que pudieras hacer algo antes de la fundación del mundo. Por lo tanto, solo existe una manera en la que pudimos ser adoptadas, y fue por medio de la obra de alguien más: Cristo Jesús. La Biblia lo dice así: «Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, a fin de que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de hijos. Y porque ustedes son hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: “¡Abba! ¡Padre!”. Por tanto, ya no eres siervo, sino hijo; y si hijo, también heredero por medio de Dios» (Gal 4:4-7 NBLA).

EL MUNDO

Este es un pasaje hermoso ante los ojos de Dios. Antes éramos esclavos del mundo, pero, por Cristo, somos hechas libres ciudadanas de su reino. Esta es una verdad que debe permear nuestra mente, pero, sobre todo, nuestra visión frente a nuestro prójimo.

El mundo recompensa las buenas obras de aquellas familias que adoptan; lo ven como una causa noble. Es completamente cierto, la adopción es una causa noble, sin embargo, va más allá. Los cristianos reflejamos nuestra propia adopción cuando adoptamos a otros en nuestra familia. Dios es glorificado ante el mundo cuando representamos el amor que Él nos ha dado como Padre. 

LA IGLESIA Y LA ADOPCIÓN

La iglesia universal está llena de adoptados espirituales por Dios. Se esperaría que esto sucediera mucho más dentro de ellas. Durante el tiempo de la Reforma, muchas mujeres que crecían en el entendimiento del evangelio de Cristo adoptaban no solo porque no podían tener hijos, sino porque veían la necesidad de vivir el evangelio de forma real.  Con el tiempo, la iglesia de Cristo fue perdiendo de vista esta obra dada a los santos, como bien lo dice Santiago 1:27 NBLA: “La religión pura y sin mancha delante de nuestro Dios y Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo”. El pueblo de Dios siempre ha tenido por encomienda cuidar a los más necesitados: el pobre, la viuda y el huérfano, incluso el extranjero (Dt 10:18). 

La adopción no es una práctica de asociaciones no cristianas, no es una buena obra nada más, sino un reflejo de que nosotras hemos dejado de ser huérfanos (Jn 14:18) y por eso velamos por ellos en medio de un mundo golpeado por el pecado. Incluso, no hacerlo es parte del juicio de Dios: “Me acercaré a ustedes para el juicio, y seré un testigo veloz contra los hechiceros, contra los adúlteros, contra los que juran en falso y contra los que oprimen al jornalero en su salario, a la viuda y al huérfano, contra los que niegan el derecho del extranjero y los que no me temen», dice el Señor de los ejércitos” (Mal 3:5 NBLA). La iglesia debe ser la primera fomentadora de llamar a otros a adoptar, o al menos a involucrarse en ello.

CÓMO FORMAR PARTE DE LA CULTURA DE LA ADOPCIÓN

Algunos piensan que adoptar es la única forma de apoyar. Particularmente, mi iglesia local tiene una cultura de apoyo al huérfano. Lo que significa que no ayuda solo al niño, sino a la familia que lo acoge. Puesto que sabemos que somos una gran familia del Señor y lo representamos aquí y hoy, todos somos parte del cuidado del huérfano.

Si conoces a una familia que ha adoptado, no dudes en acercarte y preguntarle cuáles son sus necesidades. Aún sin conocerlas, siempre puedes apoyarla en las áreas espiritual, relacional, económica y educativa.

ADOPTADOS PARA TODA LA VIDA

La adopción es un retrato de lo que haremos toda la vida en la eternidad. Aunque sabemos que no habrá lágrimas ni dolor, seguramente continuarán las necesidades afectivas, de compañía, de conversar y de ayudarnos en las tareas.

Los que comprenden su estado de hijos adoptados por gracia sabrán que, tanto las familias que abrazan a hijos nuevos como la comunidad que ayuda, son transformados por la manifestación del amor de Dios, y esto es de gran gloria a Nuestro Padre.

Somos adoptados por Dios para toda la vida. Las familias adoptan para toda la vida. La iglesia local apoya para toda la vida. 

APRENDE

Gálatas 4:4-7 NBLA dice: «Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, a fin de que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de hijos. Y porque ustedes son hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: “¡Abba! ¡Padre!”. Por tanto, ya no eres siervo, sino hijo; y si hijo, también heredero por medio de Dios».

Según este versículo, contesta las siguientes preguntas:

  • ¿Por medio de quién recibimos la adopción de Dios?
  • ¿Qué éramos antes de ser hijos de Dios? ¿Qué somos ahora que fuimos adoptados por el Señor? 

VIVE

  • Te invito a dedicar un momento de tu oración diaria a los niños huérfanos y a las familias adoptivas. Pide a Dios que dirija tu oración hacia las necesidades específicas que tienen estas personas.
  • Acércate a una familia adoptiva y pregúntale de qué manera puedes apoyarla. Elije un día de la semana para ser de ayuda con tu tiempo y con los recursos que Dios te ha dado.

LIDERA

  • Reúnete con un grupo de amigas o hermanas de tu iglesia y juntas oren por una madre adoptiva que puedan apoyar. Probablemente sus necesidades en la maternidad sean diferentes. Acérquense a ella en humildad y con empatía para conocer cuáles son sus necesidades.

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